Corazón a tope

14/02/2011

Viajes hay tantos como personas, pero lo que está más o menos claro es que: a) en el verano apetece tostarse al sol, darse chapuzones y salir hasta las tantas y b) para enamorar a alguien lo mejor es una ciudad donde la Historia haya dejado huella y con una atmósfera refinada.

Visto lo visto, y ya que estamos en San Valentín, no existe mejor plan para (re)conquistar a su pareja o lanzarse a la captura de besos que pasear por las encantadoras calles de tres ciudades que dejan boquiabiertos. Les proponemos los itinerarios y los escenarios. Lo del amor ya corre por cuenta de ustedes. Que cada cual despliegue sus tácticas.

  • La ciudad de la luz y del amor no defrauda. Aunque la hayamos visto retratada en fotos y películas, París gana en las distancias cortas. Comencemos por una de sus principales atracciones: la Torre Eiffel (consejo: subir y contemplar la capital francesa desde las alturas abrazado a su pareja). Los Campos Elíseos, desde la Plaza de la Concordia hasta el Arco del Triunfo, es un buen paseo para ir de la mano. La catedral de Notre Dame, los barrios Latino y Le Marais, el conjunto arquitectónico de Los Inválidos y la encantadora zona de Montmartre (con sus restaurantes de paté, queso y vino) terminan de contemplar un viaje donde cada rincón es una foto para enmarcar.
  • Un paseo en góndola y un “oh, sole mío” que se escucha de fondo. Hay quien no necesita nada más para propiciar un acercamiento con esa persona por la que bebemos los vientos. Venecia, la verdad sea dicha, lo pone bastante fácil. A medida que avanzamos por el Gran Canal, que divide la ciudad en dos y mide cuatro kilómetros, comenzamos a contemplar la suntuosidad de su arquitectura. La Plaza de San Marcos, con su Campanile, su Basílica y su Palacio Ducal, es el corazón de la ciudad y Napoleón la describió como el “salón más bello de Europa”. Una foto y un beso. Lo mejor es perderse entre callejones, puentes y la música que sale de las ventanas. Una atmósfera irresistible. Y si ve que hay mucho jaleo, Burano espera a sólo siete kilómetros: buenas trattorias, buen vino y una vela encima de la mesa.
  • Otro corazón. Esta vez, el de Europa, ya que Praga se sitúa casi en el centro del continente. Es como estar dentro de un mundo de fantasía donde no existe la fealdad, así que perfecto para una escapada de pareja. Los exteriores del Palacio Real y del castillo nos dejan la suficiente intimidad como para que no nos sintamos observados. Después, el barrio de Malá Strana nos encandilará con sus cuestas adoquinadas. También se debería pasear por el Puente de Carlos, con sus características esculturas, y quedarse un rato mirando el río Moldova (los silencios también son valiosos y dejará espacio para hacer manitas). La traca viene con el atardecer rojizo. Seguro que el corazón le irá a tope.

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Foto | zhaonameloc

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