Tentación ginebrina para Borges

19/01/2012

Tiene nombre de bebida espirituosa, pero conquista más por la vista que por el sentido del gusto. Ginebra, en Suiza, produce cierta extrañeza: restaurantes de 50 euros el menú del día, ferraris y aston martins de los que se bajan jeques árabes, hombres de negocio que cierran acuerdos multimillonarios tras las ventanas de sus oficinas, casas de relojes como Pattek Philippe no aptos para el común de los mortales, funcionarios de la ONU y otros organismos mundiales perfectamente pulcros que rigen el destino del planeta, banqueros rodeados de acólitos que les ríen las gracias… Aquí todo es así: hiperbólico y megacapitalista. Suerte que el centro medieval de la ciudad nos da un respiro ante tanta ostentación.

Cruzando el río Ródano comienza el baile de calles empedradas. Pasee y visite el Ayuntamiento y su patio, el Archivo Histórico, la Perla de Ginebra (un palacete de inspiración toscana construido en el siglo XVII) y la Casa Tavel, el edificio más antiguo de Ginebra, del siglo XVI. Cerca queda el Museo de la Reforma, interesantísimo espacio para conocer el proceso de separación de la Iglesia católica. En la Catedral de San Pierre se puede contemplar la Silla de Calvino, uno de los artífices de la reforma protestante. La Place du Bourg de Four fue el centro de la ciudad antigua y foro romano. Hay que fijarse en las dos partes claramente diferenciadas de todos los edificios: son los añadidos que se realizaron a mediados del siglo XVI para recibir a los huidos de la persecución contrarreformista.

Hoy no hay ni pizca de dogmas de fe ni alimento para el alma. La Rue de Rhone es la milla de oro, donde se alinean todas las grandes firmas de moda y joyería. Cada pocos metros verá los passages, pequeñas y lujosas galerías donde le dará miedo el precio que marcan las etiquetas. Mejor: dedíquese a tomar fotos en la Place Neuve, con el Teatro de la Ópera y el Conservatorio, y en Carouge, un delicioso barrio de tiendas artesanas, aunque también aquí impera la ley del dinero en las confiterías y los salones de café.

Seguro que Jorge Luis Borges, enamorado de la urbe y enterrado aquí en un pequeño cementerio, se ponía fino a bombones. En Ginebra saben mejor que en otros sitios. En la Place du Mollard se encuentra la chocolatería Rohr, así que elija trufas, almendras bañadas en cacao y lo que le apetezca. Llévese el pack a orillas del Lago Léman, donde nadan los cisnes y suben los chorros de agua del enorme surtidor situado en medio. Por la noche busque pequeños bistrots y brasseries (en la Rue Basses, por ejemplo) por varias razones: suelen tener precios más mundanos y hay menos tontería protocolaria. Y luego, un vino en la tasca más recóndita.

Datos útiles:

  • Ginebra tiene 185.000 habitantes.
  • El clima es frío en invierno y suave en verano.
  • El idioma oficial de la ciudad es el francés.
    La moneda es el franco suizo.
  • Iberia ofrece cuatro vuelos a Ginebra directos desde Madrid cada día. Para estar al día de los mejores precios, inscríbase en las Alertas Bip de Iberia.com.

Foto | Luis Fdez

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