Iberia y sus uniformes: capítulo siete

05/06/2012

Corría el año 87 cuando la compañía decide renovar una vez más los uniformes de su personal. En esta ocasión se elegirá al modisto encargado de tal tarea de una manera mucho más selectiva, organizando un concurso entre los mejores modistos españoles de la época. El posible triunfador debía tener en cuenta tres factores:

  1. El presente y el futuro de la compañía.
  2. El concepto corporativo.
  3. Que fueran uniformes con duración en el tiempo (de 5 a 7 años de validez).

Tras un reñido duelo entre Alfredo Caral y Rafael Tejada, finalmente triunfa Caral, adjudicando el contrato de producción a Cortefiel. (Detalle importante: por primera vez en la historia de la aviación de los uniformes de vuelo, también se le pide al modisto un diseño para los pilotos).

Alfredo Caral tenía bien claras las primeras premisas exigidas por Iberia y además: tenía que ser capaz de conjugar funcionalidad con moda, apoyándose en colores institucionales. Organizado como pocos, presentó un calendario para todo un año basado en estas premisas, con fichas técnicas, coloridos y textiles de cada modelo a realizar. De este modo, era mucho más sencillo modificar cualquier detalle. El que ganara el concurso no fue casualidad, Alfredo comprendió desde el primer momento esa idea de uniformidad que Iberia buscaba. De ahí que lo que más presente tuvo a la hora de diseñar todos los uniformes fuese:

  • Tejidos. Como siempre, debían ser atemporales, adaptables a cualquier época del año. La lana fresca era perfecta para ello.
  • Patronajes. Tendrían el mismo peso la estética y la practicidad. Se buscan modelos elegantes a la vez que fáciles de llevar, independientemente de las características físicas (peso, altura…) de las personas que fuesen a llevarlos.

Y así, tras recluirse en Menorca con todo su equipo para sacar adelante el proyecto, ganó la partida, una vez más, el azul. La combinación del azul ultramar con los colores corporativos de Iberia, los rojos y los ocres, marcaron sus diseños. Los trajes de falda y pantalón volvieron a ser los imprescindibles, y los complementos variarían según la estación del año. Otra pequeña pero importante novedad: todos los uniformes llevaban en un lugar visible el nombre y el cargo de la persona.

Caral se ganó a pulso un reinado largo: fue el modisto oficial de la compañía hasta el año 2005.

Alfredo Caral: le hubiera gustado estudiar arquitectura y psicología. Sin embargo, nunca llegó a sentirse frustrado, porque con la moda se siente realizado, gracias al volumen -ahí está la arquitectura- y al color del mundo femenino -ahí está la psicología-. Esta pasión por la moda la descubrió desde bien jovencito, cuando instintivamente se ponía a dibujar diseños, y una vez acabados los comparaba con los publicados en la revista Life o con los que encontraba de diseñadores franceses, y se daba cuenta de lo similares que eran. Esto le sucedió con un diseño de Christian Dior. Ahí fue cuando se dio cuenta de que tal vez tendría talento como modisto.