Whisky para hombres con falda

05/07/2012

Princess Street da vida a quien la mira. Señores con faldas y gaitas se cruzan con businessmen mientras una anciana pasea a su perrito, una pandilla de jóvenes beben pintas de cervezas como cosacos y cientos de turistas deambulan por las tiendas. La principal calle del centro de Edimburgo es elegante. Un adjetivo que se puede extrapolar a todos los rincones de la capital de Escocia, que actualmente mantiene un pulso con Londres para conseguir mayor grado de autonomía en la región. Edimburgo tiene un tamaño más humano y es menos estresante. Le invadirá la calma desde lo alto del castillo, todo un emblema, erigido en lo alto de los acantilados, a donde se llega subiendo por Castlehill. No se pierda el Cañón de la una, llamado así por la hora en que suelta el zambombazo diario. Las Joyas de la Corona muestran el esplendor pasado y la Piedra del Destino simboliza a la antigua monarquía escocesa. Las habitaciones del palacio real y el Museo Nacional de la Guerra, con cartas de soldados y armaduras entre otros objetos, dejan ver el rico pasado de un territorio que hoy tiene puestas sus esperanzas en el petróleo de sus aguas.

La milla escocesa (1814,2 metros) tiene su origen aquí y es exactamente lo que mide la Royal Mile, la otra calle más famosa de Edimburgo, repleta de callejones (como el Mary’s King Close) y patios con sabor medieval. En Lawnmarket se encuentra The Hub, la iglesia que hoy es sede del Festival de Edimburgo, una cita con las artes escénicas que llena aún más de vida los veranos de la urbe. Muy recomendable. No olvide entrar en Gladstone’s Land, la casa del siglo XVI que muestra la vida de la época, y la Catedral de St. Giles, patrón de los leprosos, cuya Capilla del Cardo merece un momento de contemplación para jugar a ver los querubines pintados en el techo (cómo no, uno de ellos aparece tocando la gaita). El vanguardista Parlamento Escocés, obra del arquitecto español Enric Miralles, contrasta con la piedra oscura, y el Palacio de Holyroodhouse muestra el poderío de la corona británica (es la residencia oficial de Isabel II en Edimburgo). La Galería Nacional de Escocia incluye obras de Velázquez, Gauguin, Tiziano, Boticelli o Rafael. Para descansar los pies, ahí están los Princesa Street Gardens y su extensa pradera.

El Puente del Norte y las casitas del Old Town maravillan. Dean Village pone la nota bucólica. Es un pueblecito de postal que ya forma parte de la ciudad: un río, sus puentes, casas de piedra…Igual de relajante que la playa de Edimburgo. ¿La playa? Efectivamente. Se encuentra en el Barrio de Portobello y es genial para refrescarse y zamparse un fish and chips. No obstante, quizá le apetezca algo más autóctono. En ese caso, pruebe en cualquier pub el haggis, un plato a base de carne, especias y harina de avena. Y hablando de pubs, vayamos a por una pinta o un café. Dos sitios muy concurridos son el Black Medicine (Marchmont Road, 108) y Elephant House (George IV Bridge, 21), donde JK Rowling alumbró a Harry Potter. Si el tiempo acompaña, una buena idea es acercarse a las terrazas de los restaurantes de The Grassmarket. Y el whisky, otro emblema escocés, lo dejamos para el final. Scotch Whisky Experience es una especie de museo donde aprenderemos el proceso de elaboración de esta bebida, nos ofrecerán una degustación y veremos botellas antiguas. Seguro que después de esto no podrá hacer otra cosa que meterse en un pub a seguir con la experiencia.

Datos útiles:

  • Edimburgo tiene casi medio millón de habitantes.
  • El clima está condicionado por las montañas y la cercanía a la costa. Vientos frecuentes. Inviernos duros y veranos frescos que no superan los 15 grados.
  • La moneda es la libra esterlina.
  • Iberia ofrece vuelos a Edimburgo, en código compartido, cada semana. Los mejores precios, en www.iberia.com.

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