Gran Canaria, a mordiscos

06/08/2012

Es como una galleta mordisqueada. La isla de Gran Canaria recuerda desde el aire a las meriendas infantiles. Sin embargo, el momento en que se pone el pie en el suelo es cuando a uno se le antoja hincarle el diente a todo. Todo desprende una luz tan especial que dan ganas de zamparse una iglesia o una playa aunque no sean comestibles.

Comencemos por la capital de la isla, Las Palmas, y su barrio de Vegueta, testigo vivo de esa historia que comenzó en 1478, año en que se fundó la ciudad. El epicentro es la Plaza de Santa Ana, donde se erige la catedral, que conjuga estilos tan dispares como el gótico y el neoclásico. Fíjese bien en los balcones de madera de las fachadas y pase por plazuelas como las de Santo Domingo y del Espíritu Santo.  Acérquese a la Casa-Museo de Colón y métase entre la multitud del mercado.  No lejos está la Playa de las Canteras, una larga lengua de arena con sitio para paseantes, surfistas y pescadores. No se puede perder las terrazas y restaurantes de pescado de La Puntilla ni el Auditorio Alfredo Kraus.

No obstante, donde la arena y el mar se funden de manera mágica es en la Reserva Natural de las Dunas de Maspalomas, en San Bartolomé de Tirajana, que incluyen tres ecosistemas: Las Dunas, La Charca y El Palmeral. El antiguo faro vigila los diferentes tramos de playa, algunos para nudistas y otros para los que practican surf. Da igual. Aquí impera el relax. Los grupos grandes de turistas vuelven a aparecer en los pueblos de Santa María de Guía (no olvide comprar su famoso queso con leche de oveja y flor del cardo silvestre), Gáldar (antigua corte de los reyes canarios, con importantes restos prehispánicos, como la Cueva Pintada) y Agaete (cuyas casas tienen un color blanco nuclear y su recortada costa alucina cuando el sol se pone). En Arucas, rodeado de platanales hermosos, será visita obligada la Iglesia de San Juan Bautista, comenzada en 1909, y tan espectacular que la llaman la catedral de Arucas.

¿Qué quiere bosque? También lo tiene. El fresco se siente en el Parque Natural de Doramas, un entorno rural lleno de barrancos, acuíferos, exuberante vegetación y niebla. Si se cansa del senderismo y tiene ganas de playa, tire a la costa. Un problema puede ser el viento. Si sopla, hay que correr a Mogán, un pueblo de ensueño resguardado del dios Eolo. Camine por sus callecitas llenas de flores y acérquese al puerto, apodado la pequeña Venecia de Canarias por sus canales. La atmósfera marinera se mezcla con el glamour del puerto deportivo con una naturalidad pasmosa.

Datos útiles:

  • La isla de Gran Canaria presenta una gran diversidad climática debido a la orografía, las corrientes del Golfo y los vientos alisios. Se puede pasar del clima subtropical de la costa al clima continental de las montañas en un solo día.

Foto | Stephen Downes

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