Para los más pequeños

21/08/2012

En la etapa (de 2,5 a 6 años) hablaríamos de “juegos de relajación” más que de técnicas para que los niños superen la aerofobia. Con ello queremos resaltar el hecho de que este tipo de intervenciones guiadas por los padres deben ser, ante todo, vividas y entendidas por el niño como un juego.

Con los más pequeñitos, nos ayudará tener un entorno tranquilo, silencioso. Podemos trabajar la relajación justo antes de dormir, en la cama, y facilitarle así el sueño. La forma en que debemos aplicarla es básicamente a través de los cuentos. Podemos utilizar, por ejemplo, el cuento de la tortuga y la liebre. El cuento narra la historia de una liebre que retó a una tortuga a efectuar una carrera. Convencida de su superioridad, la liebre empezó a correr y se dispuso a esperar la tortuga justo antes de cruzar la meta y así poder reirse de ella. La tortuga fue llegando poco a poco pero, cuando llegó, la libre se había dormido…

A partir de este relato se le puede pedir al niño que haga de tortuga (respirar lento, mover brazos y pies lentamente, meterse en su casa y permanecer quieto unos instantes…) o de liebre (respirar rápido, agitar brazos y pies…). El cuento debe acabar con el triunfo de la tortuga, de manera que nuestro peque efectúe las respiraciones lentas y relaje todas las extremidades. Al final la tortuga se mete en su casa, apaga la luz y se dispone a descansar para recuperarse y empezar el día bien.

Los cuentos pueden variarse utilizando otros animales (elefante-hormiga; gato-ratón, por ejemplo) o situaciones paralelas, pero siempre buscando que el niño tenga que imitar ciertos comportamientos antagónicos (lento-rápido; ruido-silencio; tenso-relajado). Podemos utilizar también algún objeto o juguete para ayudarle a identificar tensión-distensión. Por ejemplo una pequeña pelota de goma colocada en su mano y haciendo los ejercicios apretando y aflojando la presión sobre la pelota. Otra opción es utilizar algún peluche de su preferencia.

Los ejercicios de respiración (aprender a inspirar por la nariz y expirar por la boca de forma pausada) los podemos hacer también diciéndole al niño que se imagine que es un globo que lentamente se va hinchando (le damos también instrucciones para que vaya alzando los brazos al tiempo que se hincha) para después deshincharse (expirando el aire y bajando lentamente los brazos).

A medida que se va haciendo mayor podemos introducir imágenes y sensaciones. Por ejemplo, que el niño piense en sus colores, juguetes, situaciones o personas favoritas que le ayudan a sentirse bien y, también, instrucciones del tipo “estás muy relajado y tranquilo” o “nota como sientes un calorcito muy agradable en tus brazos o piernas”.

En definitiva, deberemos ir probando diferentes recursos para adaptarnos a las características de cada niño. En esta primera etapa el objetivo es más que el niño se empiece a familiarizar con algo que se llama “relajarse” que no a conseguir resultados espectaculares respecto a las áreas que queremos mejorar.

Foto | helenalaballlena

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