Siete calles con mucha historia

20/08/2013

Hay quien se mete entre sus siete calles y se ha de frotar los ojos para creer lo que ve. Bilbao sabe reinventarse. Lo lleva en la sangre. Es una ciudad dinámica desde el mismo momento de su fundación: nació en el año 1300 y pronto se configuró como el puerto que exportaba la lana castellana. Luego llegaron el bacalao y la grasa de ballena. Más tarde, fueron los astilleros lo que trajeron riqueza. Después, las fábricas. Y ahora, la cultura. Bilbao pasó mucho tiempo enterrada bajo los humos pero en los 90 del pasado siglo comenzó a regenerar su tejido urbano y de pronto España entera y parte del mundo descubrió que la ciudad era bonita. El Museo Guggenheim tuvo mucho que ver en la atracción de turistas. Pero comencemos por el principio: el casco viejo.

La iglesia de San Nicolás, del siglo XVIII, nos recibe en el Paseo del Arenal. Este templo tiene su historia, ya que fue aquí donde surgió la Semana Grande de Bilbao. Las calles siempre están ambientadas y nuestros pasos nos llevan a la Plaza Nueva, porticada y con palmeras, un precioso espacio construido con piedra clara. Sentémonos en alguna de sus terrazas. Luego, adentrémonos en las siete calles, que es como se conoce al meollo del casco viejo. Algunas de ellas son Jardines, Somera y Correo. No pierda detalles de sus fachadas y ventanales burgueses. Otra parada técnica: la Plaza de Miguel de Unamuno, con casonas auténticamente vascas. Nos podemos sentar en las escaleras a ver pasar la vida durante un rato. Cojamos fuerza, ya que luego habrá que subir los 213 escalones de las Calzadas de Mallona, que nos conduce a la Basílica de Begoña, apodada cariñosamente como Amatxu (mamá en euskera). Bajemos para perdernos por rincones insospechados, como la iglesia de los Santos Juanes, mezcla de Renacimiento y Barroco, y el Portal de Zamudio.

La ría de Nervión es un espejo donde se miran las fachadas decimonónicas. Ahí está, siempre robusta, la Iglesia de San Antón y el Mercado de la Ribera. Entremos a curiosear el género que se vende. Enfrente, tenemos los Arcos de la Ribera y sus encantadoras tiendecitas. No podemos perdernos la Catedral de Santiago, del siglo XIV, que en principio fue concebida como una iglesia. La fachada del Teatro Arriaga siempre nos maravilla con su elegancia. A su lado se encuentra el Puente del Arenal. Si lo cruzamos, salimos del casco viejo. Lo mejor es quedarnos por aquí e ir de pintxos, que ya habrá tiempo de visitar el Guggenheim.

Datos útiles:

  • Bilbao tiene 350.000 habitantes.
  • El tiempo es lluvioso en invierno y poco caluroso en verano.
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