Salvador, el alma de Brasil

13/04/2016

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Para descubrir Brasil resulta obligatorio visitar la electrizante Rio de Janeiro, pero también deberías conocer esta ciudad costera de más de tres millones de habitantes ubicada en el estado de Bahia, al noreste del país. Fundada en 1549 como la primera capital de la nueva colonia portuguesa, Salvador se erige como una de las ciudades más antiguas del continente americano, hasta el punto de que tanto la capital como el propio estado han desempeñado un papel fundamental en formación de la cultura y la identidad brasileña.

Actualmente, teniendo en cuenta que es la tercera mayor ciudad del país, Salvador sigue atrayendo a no pocos visitantes ávidos por sentir en primera persona un poco del alma brasileira. (Más de millón y medio de ellos se unen a los vecinos para celebrar cada invierno la gran fiesta del Carnaval – en 2017, será desde el 23 de febrero hasta el 1 de marzo -, pero, si lo que quieres es recorrer la ciudad a tus anchas, mi consejo es que evites las multitudes.)

Este encanto tan embaucador lo podrás apreciar en el barrio colonial de la ciudad, llamado Pelourinho (arriba), un nombre derivado del poste que se ubicaba en la plaza principal y en el que se flagelaba a los esclavos. Construido sobre un acantilado que divide la Cidade Alta de la Cidade Baixa, este Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO es una zona donde se respira la magia a través de sus calles adoquinadas y su arquitectura barroca en color pastel, un poco en decadencia desde la década de los 90; esta característica, lejos de ser algo contraproducente, ha convertido al barrio en un punto realmente especial para el turismo y en el que encontrarás claras evidencias de la auténtica vida local.

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De entre todos sus puntos de interés sobresale la catedral, del siglo XVII, con una sugerente fachada construida en piedra caliza y un interior de lo más ostentoso, gracias a un techo y a unas capillas bañadas en oro; por su parte, la cercana iglesia de São Francisco, que también incluye un convento, posee el interior más descaradamente dorado que he visto en mi vida (sobre todo, si tenemos en cuenta que San Francisco es, supuestamente, el santo de los pobres y de los humildes).

De las 21 iglesias ubicadas en el barrio de Pelourinho, hay una tercera que merece la pena destacar: Nossa Senhora do Rosário dos Pretos (Nuestra Señora del Rosario de los Negros, a la derecha en la imagen principal) ocupa un lugar muy especial en los corazones de los vecinos de Salvador, ya que antiguamente los esclavos no podían entrar en las iglesias para blancos; en ella, las estatuas y las imágenes religiosas tienen rasgos africanos, y las misas, música y ritmos afrobrasileños.

Dejando a un lado la parte religiosa, vale la pena echar un vistazo a la Casa de Jorge Amado, una mansión de estilo colonial que también te servirá para conocer a una de las figuras literarias más importantes de Brasil (1912-2001), un escritor que nació en Bahia y que residió en Salvador durante buena parte de su vida (nunca olvidaré la primera película brasileña que vi, basada en la novela de Jorge Amado titulada Doña Flor y sus dos maridos).

El Museu da Cidade se encuentra al otro lado de la calle, acogiendo una mirada ecléctica de la historia y la cultura capitalina, y próximos a la catedral hay otro par de museos que no te puedes perder: de un lado, el Museo de Arqueología y Etnología juega un papel fundamental a la hora de presentar al visitante en la idiosincrasia de la región, remontándose incluso a épocas precolombinas; pero, sin duda, lo que me resultó sumamente fascinante fue el Museo Afro-Brasileño, un tesoro que aborda la fusión de culturas creada por los antiguos esclavos, especialmente en relación al candomblé (en esencia, su religión africana tradicional aderezada con una capa protectora de cristianismo) y la capoeira, esa mezcla de baile y artes marciales desarrollada por los esclavos que está experimentando en la actualidad un renacer por razones de orgullo cultural y también por haberse convertido en una gran atracción turística.

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Más allá del museo, la capoeira se puede disfrutar de diferentes formas (y grados de calidad) a lo largo de la ciudad. Descendiendo por el acantilado desde Pelourinho, el emblemático Elevador Lacerda (arriba) te llevará hasta el Mercado Modelo, un enorme mercado cubierto dedicado casi por completo a la artesanía, y, a menudo, en su entrada hay un grupo de capoeira dando lo mejor de sí a la espera de tus propinas.

Lo mismo ocurre en algunas calles y plazas de Pelourinho, o también, como hice yo, puedes buscar una de las escuelas de capoeira, pues muchas de ellas ofrecen sesiones para los visitantes. Buen ejemplo de ello es el centro Filhos de Bimba, en la Rua Gregório de Matos, 51, localizado en un sótano, donde me quedé casi hipnotizado viendo cómo tres chicos jóvenes eran puestos a prueba rigurosamente por un entrenador de más edad. Mestre (Maestro) Bimba fue la figura más importante de la capoeira durante el siglo XX, existiendo incluso otra escuela que lleva su nombre, Associaçião de Capoeira Mestre Bimba; otros centros importantes (no sólo en Pelourinho, sino repartidos por la ciudad) son la Escola de Capoeira Angola de Bahia y la Acadêmia João Pequeno de Pastinha C.E.C.A.

El candomblé, la respuesta brasileña al vudú de Haití y a la santería en Cuba, es un elemento cada vez más difícil de descifrar, ya que muchos espectáculos folclóricos incorporan elementos de sus rituales, trajes, música y danzas. Ten en cuenta que se trata de una auténtica religión, no de un espectáculo turístico, de modo que el culto no se lleva a cabo en horarios previamente programados y muchas veces incluso se celebra en barrios un tanto peligrosos. Sin embargo, hay algunos practicantes que reciben a los visitantes (como ocurre, por ejemplo, en las iglesias evangélicas negras de Nueva York), y, si quieres obtener más información sobre estas misas, puedes preguntar a los conserjes de los hoteles o en la Federación Nacional de Culto Afro-Brasileiro (Rua Portas do Carmo, 39), en el barrio de Pelourinho.

También es muy recomendable probar la gastronomía típica (y no necesariamente light) de Bahia, rica en aceite de palma, marisco, leche de coco, la exótica okra, frijoles, chiles y… ¿mencioné ya el aceite de palma? Uno de mis dos lugares favoritos en Pelourinho fue el Restaurante Senac: esta rama de la Academia Nacional de Gastronomía de Brasil cuenta con un elegante comedor ataviado de detalles coloniales que ofrece deliciosos platos regionales de gran calidad y a muy buen precio. También me gustó la interpretación moderna de la cocina de Bahía en Pelô Bistrô, restaurante ubicado en Casa do Amarelindo, un acogedor hotel-boutique de diez habitaciones.

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Hablando de hoteles, hay un buen número de alojamientos en Pelourinho, con opciones para todos los bolsillos – o puedes elegir diferentes hospedajes en otros puntos de Salvador, ya que la ciudad tiene mucho que ofrecer también en otras zonas. Mi elección fue el impecable Sheraton da Bahia, no sólo por su excelente comida y su amplísima oferta de servicios, sino también por su cómoda localización a medio camino entre Pelourinho y Porto da Barra, la hermosa playa al suroeste de la capital: hay ochenta kilómetros de playas que recorren la costa de Salvador, pero, por sus vistas, su arena y la imponente presencia del mar, las playas de Barra fueron las que se grabaron a fuego en mi corazón; junto a ella, además, verás un pequeño fuerte colonial que actualmente alberga un interesante museo náutico.

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Otro punto de interés que no puedes dejar de visitar es la iglesia barroca Senhor do do Bonfim (arriba), en el distrito de Itapagipe, la iglesia más querida por los fieles locales, tanto por los católicos como por los devotos del candomblé, que asociaban a Nuestro Señor del Buen Fin con su deidad principal, Oxalá. Presta atención al pasillo lateral lleno de exvotos y otras ofrendas, con las que se esperan curaciones milagrosas, y también a la valla exterior del templo, cubierta con cintas de colores llamas fitas, que, según se dice, conceden deseos y tienen colores asociados a los orixas, los dioses del candomblé.

Salvador da para mucho más, así que retomaré esta bellísima ciudad en futuros posts; mientras tanto, si deseas más información, puedes visitar la página oficial de turismo de Brasil.

photos | lazyllamatvbrasil,  David Paul AppellFilipe Frazao

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