Eterna Bizkaia

12/12/2017

A veces nos empeñamos en irnos. Creemos que volar tiene que ir siempre unido con al extranjero. Nos alejamos y nos complicamos cuando el arte de viajar y descubrir lugares nuevos puede ser mucho más sencillo porque, en realidad, todo está mucho más a mano de lo que imaginamos.

Y entonces miramos a nuestro alrededor más cercano, y volamos, pero sin necesidad de recorrer grandes distancias y… ¡ahí está! Ahí está una de las provincias españolas con más encanto y diversidad; una de las provincias a la que todos deberíamos viajar al menos una vez en la vida; una de las provincias de nuestro país que esconde un sinfín de rincones interesantes para visitar. La eterna Bizkaia siempre está ahí. Lo hace bien, y te recibe mejor aún…

Primero, atisbamos su capital. Bilbao es mucho Bilbao. Una ciudad al uso, pero tan versátil y distinguida que, aunque no quieras, te atrapa; mires donde mires tienes alguna excusa para detenerte. Cámara en mano arriba y abajo, con planes para todos los gustos y con estampas de lo más variopinto. Destaca especialmente su casco viejo, histórico y lleno de vida, que va de la mano de una de las gastronomías españolas más sorprendentes: hablamos de gildas, de pinchos morunos y hasta de carolinas de roquefort. Sus pintxos siempre son garantía. ¿Lo mejor? Que su casco antiguo no desmerece al nuevo. Con el Museo Guggenheim a la cabeza (imagen principal), Bilbao es uno de los rompecabezas arquitectónicos más innovadores e inspiradores del mundo, paradigma a nivel internacional de cómo remodelar una gran urbe sin perder la esencia.

Y, cuando decidimos seguir nuestro recorrido por la provincia, nos topamos con la famosa ría y ese puente Colgante (abajo) que une ambos márgenes. Considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, dicho sea de paso. Un puente emocional a la vez que funcional, pues ha sido (y sigue siendo) el nexo entre la villa de Portugalete y el barrio de Las Arenas, perteneciente a Getxo. Un símbolo en toda regla.

Segundo, marchamos a golpe de naturaleza. Urdaibai acecha en la desembocadura del río Oka. Situada en la comarca de Busturialdea, presume de riqueza ecológica, y con razón: en 1984 fue catalogada como Reserva de la Biosfera. ¿Qué encontraremos aquí? Atractivas rutas de senderismo que discurren entre paisajes de película, una auténtica explosión de vegetación y una importancia ornitológica fuera de serie.

No nos alejamos demasiado para llegar a nuestra tercera parada: la villa de Gernika y Luno nos espera paciente. Impactan su historia y sus aires señoriales, tanto como su Casa de Juntas. Política en estado puro en un conjunto monumental declarado Bien de Interés Monumental y que en la actualidad desempeña el papel de sede de las Juntas Generales de Bizkaia. Preside el conjunto un roble llamado Árbol de Gernika, importante por simbolizar las libertades tradicionales de los vascos. Seguimos hablando de emblemas.

La guinda del pastel nos espera en Bermeo, también perteneciente a Urdaibai, una de las comarcas más pobladas de esta zona. Sí, lo has adivinado: Gaztelugatxe es esa guinda, un final inmejorable a modo de islote que florece en medio del Cantábrico y presidido por una Ermita dedicada a San Juan. Una de las maravillas de Euskadi. Las fotos le hacen justicia, pero solo una vez que estás allí; en la lejanía uno no llega a comprender la belleza del lugar ni percibe lo especial que es.

Con este final de cuento no hay más que hablar, ahora toca vivirlo en persona. La eterna Bizkaia te espera. Ah, y recuerda: siempre te recibirá con los brazos abiertos, y lo hará bien. ¡Muy bien!

Imágenes | ©Museo Guggenheim Bilbao; dvoevnore