Nombres impronunciables, puro sabor: así es la gastronomía de Hungría

19/01/2018

Cuando analizamos las diferentes ramas que conforman el orgullo de Hungría, resulta curioso comprobar que, quizá, la más robusta de ellas es la que versa sobre gastronomía; y no es para menos: su amplia base se ha construido sobre los cimientos de las diferentes culturas que han pasado por Europa Central (léanse influencias magyar, turca, balcánica o imperial), de ahí que la mezcla de sabores, olores y colores acabe resultando tan llamativa, tan genuina.

Los platos húngaros se caracterizan por su gusto intenso, su potencia y por una contundencia reseñable. Suena bien, ¿verdad? Será como volar al epicentro del sabor.

Hecho incontestable número 1: goulash como líder supremo

Lo primero que viene a la mente cuando se habla de gastronomía en Hungría es el goulash (imagen principal), la receta estrella del país y su creación más conocida a nivel internacional; un verdadero símbolo culinario.

Se trata de un sabroso guiso preparado con carne de vacuno, verduras (cebolla, pimientos, patata y tomate), vino y diversas especias, entre las que predomina, claro, la onmipresente paprika, el ingrediente nacional por excelencia.

Su color rojizo es inconfundible. Los hay picantes, los hay menos picantes, con caldo más o menos espeso, pero su sabor nunca te dejará indiferente.

Suele servirse como plato único, e incluso hay restaurantes donde colocan la cazuela en medio de la mesa para que los comensales puedan repetir las veces que lo deseen.

Y lo harás, vaya si repetirás.

Hecho incontestable número 2: en Hungría reinan las sopas

Sí, así de tajante. Cualquier reunión gastronómica que se precie debe empezar por una buena sopa… o, por qué no, que ésta se convierta en el eje de la velada.

Las bajas temperaturas del país durante parte del año han obligado a que muchas de sus recetas sean contundentes, calóricas, para poder afrontar mejor el frío.

La halászlé es siempre una buena opción cuando abordamos las sopas calientes, con una elaboración tan sencilla que, paradójicamente, resulta difícil llegar a la excelencia: lleva pescado, cebolla y paprika, mucha paprika, con un interesante toque picante; la categórica Jókai bableves, denominada así en honor al gran novelista patrio Mór Jokai, está compuesta por carne de cerdo, verduras y judías pintas, aunque también hay quien le añade salchicha; y, para los meses de calor, cuentan con la famosa hideg meggyleves, una peculiar sopa fría que combina lo dulce de las guindas, lo ácido del limón y lo amargo de la crema agria.

¿Te atreverás con la mezcla?

 

Hecho incontestable número 3: comer en los mercados, un auténtico lujo

Quitémonos ese lastre que afirma (o, al menos, lo intenta) que para comer bien hay que disponer de una mesa de postín y servilletas de tela, porque nada más lejos de la realidad.

Los mercados de abastos en Hungría siguen conservando ese atractivo de antaño al mostrar alimentos y elaboraciones sin tapujos, erigiéndose como el lugar ideal para llevar productos típicos de vuelta a casa.

El Mercado Central de Budapest es el ejemplo perfecto, con dos plantas dedicadas en cuerpo y alma a la tradición culinaria del país: la inferior, repleta de puestos donde degustar quesos, embutidos (el salami es otra de las insignias nacionales) y toparse con interminables ristras de paprika; la superior, con restaurantes de precios irrisorios en los que compartir mesa con ciudadanos locales y donde probar recetas como el lángos (arriba), una masa de harina frita cubierta normalmente con salsa agria, ajo y queso rallado, o el casi impronunciable kürtöskalács, un dulce de forma cilíndrica cubierto con azúcar y canela.

¿Cuándo visitar el mercado? El sábado.

Hecho incontestable número 4: siempre habrá final feliz

Más allá del kürtöskalács, y personalmente, mi postre favorito de Hungría es la Dobos Torte, una tarta en la que se intercalan finas capas de chocolate cubiertas de caramelo y que debe su nombre al pastelero Jozsef C. Dobos, su creador.

El sabor, espectacular. ¿Dónde degustarla? La pastelería Ruszwurm, frente al Bastión de los Pescadores, es una de las más famosas de Budapest por sus dulces creaciones y por lo curioso de su decoración; Gerbeaud es otro nombre propio en esto de los dulces no sólo dentro de la capital, también en el resto de Hungría.

Los mákos rétes, hojaldres rellenos de semillas amapola, y los palacsinta, crepes rellenos de mermelada y cubiertos con azúcar, conforman unas alternativas de primer nivel.

Imágenes | yingkoPfeiffer