Arte sobre el Valle del Côa

08/08/2017

ervamoira

Hoy nos adentramos en una de las zonas más relevantes en lo que a arte paleolítico al aire libre se refiere: ¡bienvenidos al Parque Arqueológico del Valle del Côa! Declarado Patrimonio de la Humanidad en 1998, para llegar es preciso situarnos en el distrito portugués de Guarda, a unas dos horas de Oporto. O, en su defecto en la zona de Siega Verde, en Castilla y León, hacia donde se extiende uno de los yacimientos del parque.

Nada más adentrarnos percibimos que aquí los protagonistas naturales son esas prominentes y bien organizadas colinas adornadas de hileras e hileras de almendros y encinas y el río Côa, ubicado justo al otro lado de ellas; pero también hay más protagonistas: los artísticos, que, si cabe, en esta ocasión se llevan el premio gordo. Porque no todos los días podemos ver muestras reales de arte rupestre procedente del Paleolítico Superior…

Altamira y Lascaux son los otros dos puntos geográficos en donde podemos disfrutar de arte de este tipo; la diferencia es que en el parque que hoy nos ocupa todos los grabados y pinturas se encuentran al aire libre. Se trata de un gigantesco valle con una instalación de arte que sí o sí impresiona. A lo largo de más de treinta kilómetros encontramos obras raspadas con animales de la época. Recorrerlo hace que sintamos que viajamos en el tiempo y que nos reciben nuestros antepasados, pletóricos de que finalmente el humano actual haya apostado por conservar tales reliquias artísticas… Y queremos puntualizar el dato, porque a punto estuvo de construirse aquí mismo una presa. Es entonces cuando empezamos a abrir la boca de lo pasmados que nos quedamos al ver esas más de 1.200 rocas con grabados: vacas, ciervos, cabras y caballos. La mayoría pintados de perfil, aunque también hay muestras con cierta perspectiva. ¿Por qué estás especies animales son las más recurrentes? Pues ni quien se dedica al estudio de esto lo sabe, es uno de esos misterios de la vida que nunca podremos resolver 😉

Pero lo que si podemos resolver es decidirnos a viajar hasta aquí. Y admirar la longeva obra de «unos Picassos» innatos y autodidactas.

Foto | Aires Almeida