La música y el chocolate se disfrutan mucho más en Salzburgo

28/12/2017

En cuanto pisas esta preciosa ciudad de Austria, muy cercana a la frontera alemana y a sólo tres horas al oeste de Viena, la música se empieza a respirar en el aire: llegues al aeropuerto o la estación de tren, las melodías de Mozart se cuelan por todos lados, y eso te hace sonreír. Salzburgo es un destino repleto de castillos, jardines, música y deliciosos postres. Unos postres muy, muy tentadores.

El Altstadt (casco antiguo) de Salzburgo no es demasiado grande, como suele suceder en el continente europeo, y esto significa que resulta fácil recorrerlo a pie. Hay un punto que destaca sobre todos los demás, el gran símbolo de la ciudad, y ése es la Fortaleza de  Hohensalzburg: hablamos de majestuoso castillo al que se puede llegar caminando, aunque siempre será más rápido y cómodo tomar el teleférico en la estungsgasse, en pleno centro.

Esta atalaya es uno de los castillos medievales más antiguos y más grandes de Europa, construido en el siglo XI. A lo largo de la historia ha tenido numerosos usos (mero símbolo de poder, estructura defensiva, residencia arzobispal…) que han ido dejando su huella en el interior, pero quizá las partes más interesantes sean las recientemente renovadas Fürstenzimmer, un impresionante conjunto de salas decoradas con mobiliario de época.  Impactante, cuando menos; también incluyen un teatro mágico multimedia que permite a los visitantes conocer la vida del arzobispo Leonhard von Keutschach, que fue quien mandó construirlas.

De vuelta al caso antiguo, asegúrate de no perderte otros edificios emblemáticos de Salzburgo: la Catedral, de estilo barroco y con una gran cúpula de color azul, cuya construcción se desarrolló sobre una iglesia del siglo XII y finalizó en 1628; junto enfrente, la plaza Domplatz es el escenario del concierto de Jederman, la obra más conocida del famoso Festspiele de Salzburgo, un evento de música clásica y obras de teatro que se celebra desde 1920 y que se celebra en verano.

Como curiosidad, las callejuelas del Altstadt llevan el nombre de los comercios que antiguamente existían; como la Getreidegasse, la calle del grano, que se sobresale por albergar la casa natal y el museo del hijo más famoso de Salzburgo, Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791).

Justo a su lado encontrarás uno de los irresistibles dulces de Salzburgo, el Mozartkugeln (arriba) del famoso Café-Konditorei Fürst: se trata de deliciosas bolitas de chocolate oscuro rellenas de mazapán, turrón y pistacho, envueltas en papel azul y plata e impresas con una imagen del compositor. Si comes alguno de ellos obtendrás la energía necesaria para seguir hacia la Marktplatz, con su mercado al aire libre de alimentos y flores; hacia el Grosses Festspielhaus, el teatro de la ópera; y hacia el Museo de arte, arqueología e historia de Salzburgo. Durante el camino verás las fachadas de numerosas tiendas y una multitud de plazas minúsculas adornadas con fuentes y un reloj de hierro forjado.

El río Salzach se encarga de dividir la ciudad y se puede cruzar por trece puentes diferentes, siete de ello destinados únicamente a peatones y ciclistas solamente. Cruzar uno de ellos significa adentrarse en la parte nueva de la ciudad, cuna de la segunda delicatessen de Salzburgo: la tarta Sacher. Fue en el Hotel Sacher donde, en 1832, al aprendiz de chef Franz Sacher se le ocurrió la creación de un pastel de chocolate con mermelada de albaricoque y cubierto con chocolate negro; desde entonces, se ha convertido en un símbolo de Austria y ha enamorado a los amantes de la alta repostería. Las famosas paredes de su café, las camareras con vestidos negros y delantales blancos, los periódicos en brazaletes y las mesas de mármol decoradas con flores evocan aquellos momentos en los que el café era lugar de encuentro de poetas, escritores, periodistas y políticos. Su terraza tiene bonitas vistas al río, pero mucho mejor disfrutar de la tarta Sacher en el interior, acompañada de un buen café.

Tampoco debes pasar por alto el Palacio de Mirabell, que ahora alberga el gobierno municipal y que cuenta con bellísimos sus jardines. Por su parte, el Palacio de Hellbrunn (arriba), de estilo italiano y construido en el siglo XVII para el arzobispo Markus Sittikus, destaca por una famosa combinación de jardines y juegos de agua.

¿Y para comer? Sí, ha llegado el momento que muchos estabais esperando. ¿Te apetece saborear un rico almuerzo en el St. Peter Stiftskeller, el restaurante más antiguo de Europa? Hay menciones de este lugar ya en 809, y por aquí pasaron comensales de la talla de Cristóbal Colón y, claro está, también Mozart. Si hablamos de platos típicos de Salzburgo, hay que hacer referencia al Nockensuppe, un caldo de carne de buey con albóndigas, perejil y guisantes; también al Bierbraten, espalda de cerdo horneada con verduras y que se sirve con una salsa de cerveza, repollo rojo y albóndigas; y, de postre, recuerda probar el Salzburger Nockerln, un merengue creado por la famosa Salomé Alt con «pequeñas montañas» que se asemejan a los picos nevados de Salzburgo y que a veces es servido con salsa de frambuesa.

A Salzburgo puedes llegar fácilmente en una excursión de ida y vuelta desde Múnich, que está a sólo dos horas de distancia, y también desde Viena, a poco más de tres. Merece mucho la pena, créeme.

Imágenes | Bertl123; Inka Piegsa-Quischotte; trabantos.