La Ruta de los Castillos en Alemania, un viaje de cuento de hadas

23/03/2018

Si alguna vez quisiste vivir en un lugar de ensueño, te gusta la historia y eres un fanático de la arquitectura y los jardines señoriales, la Ruta de los Castillos (Burgenstrasse) se convertirá en tu destino ideal. Hablamos de un recorrido turístico salpicado por espléndidos paisajes que alberga decenas de fortalezas, castillos y palacios durante casi mil kilómetros.

¿Algunos de los rincones más conocidos de esta ruta? Heidelberg, el lago de Constanza, Stuttgart y Baden-Baden. ¿Adónde volar para comenzar este viaje inolvidable? A Düsseldorf, por ejemplo, y ahí alquilar un coche para conducir por sinuosas carreteras de la zona que te llevarán castillo por castillo. ¿Y cuántos días ? Con entre tres y cinco jornadas tendrás tiempo suficiente para deleitarte con la gran belleza del suroeste de Alemania.

Después de haber sobrevivido a guerras de todo tipo, hambrunas, plagas y otras vicisitudes de los siglos pasados, estos castillos recuerdan hoy a emperadores, reyes y príncipes; a poetas y pensadores; a caballeros, a ladrones y a fantásticos cuentos. Algunos ofrecen actuaciones de teatro al aire libre y conciertos, otros la posibilidad de degustar un banquete medieval o de pasear por un mercado histórico. Y no acaban ahí las sorpresas: algunos de estos castillos están aún habitados por descendientes aristocráticos o sucesores de la burguesía, aunque parcialmente abiertos a los visitantes.

Para que puedas hacer una idea de toda esta magnificencia, atento a estas tres rutas emblemáticas:

De Heidelberg al lago de Constanza

No estaría nada mal empezar en la encantadora ciudad de Heidelberg (abajo), cuyo castillo fue sede de los condes palatinos. Construido a finales del siglo XIII sobre una fortaleza medieval, en lo más alto de la ciudad, fue parcialmente reconstruido a finales del siglo XIX después de guerras y muchos años de decadencia. A sólo quince minutos de Heidelberg se encuentra el palacio de Schwetzingen, de principios del XVIII; se trata del palacio de verano de varios príncipes de la dinastía Wittelsbach. Lo más espectacular es su magnífico jardín barroco, con grandes avenidas, hileras de árboles, un teatro al aire libre y otro cubierto y un estupendo restaurante donde disfrutar de un delicioso almuerzo.

Un poco más allá llegamos a la pequeña ciudad de Bruchsal, conocida por ser la mayor productora de espárragos de Europa. Aquí se ubican el palacio de Bruchsal y sus cerca de cincuenta edificaciones, reconstruido fielmente después de su casi destrucción durante la Segunda Guerra Mundial. Destacan sus dos museos: el primero, con una magnífica colección de porcelana, armas de caza y objetos de oro; el segundo, especializado en dispositivos de música de reproducción automática, incluidos relojes, pianos y órganos.

Siguiendo unos cuarenta minutos más al sur llegamos hasta una obra maestra del siglo XVII, el Rastatt Residential Palace. Construido a imagen y semejanza de Versalles, se trata de uno de los castillos barrocos más grandes de Alemania; cuenta con una extraordinaria galería de retratos, una gran colección de porcelana y un museo de historia militar.

De Heidelberg a Ludwigsberg

Es posible variar un poco esta primera ruta y desviarte hacia el sureste para visitar el Monasterio Cisterciense de Maulbronn, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por ser uno de los complejos medievales mejor conservados de Europa (abajo). ¿Qué le hace especial? Su iglesia románica y su precioso claustro gótico.

Podemos hacer la última en el Palacio Residencial de Ludwigsburg, uno de los edificios barrocos más grandes de Europa que sobrevivieron en su estado original. Cuenta con interiores extraordinarios, decorados con muebles de la época, teatros y museos de cerámica.

De Weikersheim a Wiblingen

Nuestra tercera ruta comienza en el Palacio de Weickersheim, en el centro de la ciudad que lleva su nombre en el pintoresco valle de Tauber: se trata de una auténtica joya del renacimiento y el barroco en la que destacan sus espectaculares jardines y el Salón de los Caballeros, que data de 1600 y es muy admirado por su gran techo decorado con ricas pinturas y coloridas escenas de caza.

Tras visitar Weickersheim, resulta obligado dirigirse a Solitude, un singular palacete de estilo rococó y neoclásico construido en el extremo occidental de Stuttgart, con unas magníficas vistas de las tierras bajas de Württemberg; el interior del palacio irradia esplendor y en sus dominios también se sitúa una academia para jóvenes artistas y un museo dedicado al escultor local Fritz von Graevenitz. Muy cerca se encuentra la Capilla del Sepulcro, considerada el lugar más romántico de Baden-Württemberg: fue construido por el rey Guillermo I en la década de 1820 en memoria de su amada esposa Katharina, que falleció muy joven. Ten preparada la cámara de fotos, porque sus vistas sobre Stuttgart son impresionantes.

Imágenes | Peter SteinOleg Senkov; simm49