El yoga como compañero de viaje

21/11/2018

Que si aumenta la energía, que si reduce los niveles de estrés… Dice la ciencia que los beneficios del yoga para la salud son cuantiosos. Si los combinamos con los que aporta el viajar, entonces el bienestar tanto para el cuerpo como para el alma se multiplica.

“Trasladarse de un lugar a otro, generalmente distante”. ¿Verdad que la definición de viajar que hace la RAE tiene mucho en común con el resultado de practicar yoga? De ahí que seamos cada vez más los que optemos por hacer de él un motivo de viaje. Los retiros de yoga están de moda, y de eso América sabe mucho. Más concretamente, Costa Rica y Perú, ambos destinos de Iberia, son dos de los países que sacan mejor nota en esto de hacer que el yoga sea un compañero de aventura. Cada uno por sus motivos y cada uno a su manera, tanto Costa Rica como Perú nos ayudarán a montárnoslo muy bien. ¿Despegamos?

a) Yoga en Costa Rica

En Costa Rica son cada vez más los “resorts” y centros de yoga. Atraen a viajeros que, interesados en sumergirse en esta práctica, ansían hacerlo aprovechando la exuberante naturaleza del país y las opciones que aquella aporta. Ya sea frente al mar o en plena selva, Costa Rica es un país perfecto para iniciarse en el yoga, para profundizar en él y para regresar a casa con las pilas a tope. Lo que es más, el yoga en Costa Rica viene con premio, ya que en muchos casos se combina con la práctica del surf, otra actividad que es sinónimo de libertad. Si eso es lo que queremos, entonces Santa Teresa será nuestra siguiente parada.

Yoga en Costa Rica

Santa Teresa, ubicada en el noroeste de Costa Rica, es ese pequeño pueblo de playa que atrae a una gran cantidad de surfistas venidos de todo el mundo. Este núcleo de población, que genera felicidad todo el año, cuenta con múltiples alojamientos situados a la orilla del mar que proponen programas que combinan el yoga con las clases de surf.

Entre clase y clase, la aventura no cesa. Cuando estemos en Santa Teresa, aprovecharemos para organizar una excursión de un día a la cercana Reserva Natural Cabo Blanco, de la que tan solo nos separarán unos 5 kilómetros. En Cabo Blanco, recorreremos senderos ocultos entre el bosque y alzaremos la mirada para maravillarnos con las privilegiadas vistas, así como con la presencia de aves exóticas como pelícanos marrones, águilas pescadoras y gaviotas reidoras, que planean a sus anchas por el parque, el área protegida más importante del país. De hecho, este rincón de Costa Rica es un santuario de aves marinas que no hay que perderse por nada del mundo.

En conclusión, Santa Teresa es sinónimo de yoga a diario frente al mar, o también con el sonido de la selva de fondo. La forma más rápida de llegar hasta esta fuente de placer es tomando el ferri que parte del recóndito pueblo de Paquera. El viaje, de poco más de una hora,  bordea la punta sur de la Península de Nicoya, la más grande y una de las más portentosas del país.

b) Yoga en Machu Picchu

Nos vamos a Perú en busca de la magia. En esta vida se nos ocurren pocos planes más genuinos que culminar una sesión de yoga en el Valle Sagrado, una zona de los Andes atravesada por el Urubamba en la que abundan los pequeños pueblos coloniales y las muestras de legado inca.

El plan consiste en pasar unas vacaciones en alguno de los cientos de centros de yoga con los que la zona cuenta. Los amantes de esa práctica, venidos de todas partes del mundo, y cuyos retiros pueden llegar a durar más de dos semanas, completan sus días de asueto con cursos de cocina saludable, meditación, etc.

Retiros de yogaLa experiencia en Perú culmina (o arranca) el 21 de junio de cada año, cuando el día del yoga coincide con el solsticio de invierno. Seguro que en los alrededores de Machu Picchu pasarán cosas especiales, así que, como muy tarde, deberíamos organizar nuestro viaje de yoga para entonces, ¿verdad?

Por otro lado, en Costa Rica se celebra uno de los festivales de yoga más conocidos y valorados del calendario internacional. Su nombre es Envision Festival, y ya se conocen las fechas para 2019: del 28 de febrero al 3 de marzo. Será su novena edición y, como manda la tradición, se celebrará en el área de Dominical y Uvita. Vale la pena plantearse un viaje a esos 4 días de música internacional, yoga, surf, talleres y muchas otras actividades.

Nota mental: hacer del yoga nuestro compañero de viaje. Y con Iberia, claro.  

Imágenes de Cristopher Croizet, Matthew Ragan y Matthias Ripp | Marita Acosta