Cork, en Irlanda: un recorrido por la historia y la gastronomía

15/03/2019

Irlanda

¡Feliz Día de San Patricio! Porque qué mejor momento que éste para descubrir la segunda ciudad más poblada de Irlanda (casi 400.000 habitantes sumando su área metropolitana), ubicada al suroeste de Dublín. Hablamos de la ‘República Popular de Cork’, cuyo núcleo se encuentra en una isla en el río Lee y se despliega a través de vías fluviales que son atravesadas por más de una treintena de puentes. Una ventana sumamente acogedora para imbuirte de lleno en la cultura irlandesa.

Cork se fundó en el siglo VI como un asentamiento monástico y no fue hasta tres siglos más tarde cuando comenzó a expandirse de manos de los invasores vikingos. Relativamente poco queda en pie de su pasado medieval, más allá de algunas puertas de las antiguas murallas que la rodeaban y la Abadía Roja de principios del silgo XIV, de la que únicamente queda el campanario; y es que está mayoritariamente compuesta por grandes avenidas (la mayoría del siglo XVIII), antiguas calles estrechas y pequeñas callejuelas a modo de pasajes en las que conviven multitud de tiendas y locales gastronómicos alrededor de la calle principal de la ciudad: St. Patrick’s Street.

Hay un buen puñado de iglesias dignas de mención, como la catedral protestante de St. Fin Barre, excelso templo neogótico construido en 1870; la catedral de Santa María y Santa Ana, católica y de arenisca roja edificada a principios del XIX; o también la iglesia de St. Anne’s Shandon, de principios del siglo XVIII, elevada sobre piedra caliza y arenisca roja, considerada uno de los símbolos de la ciudad en la que los visitantes pueden tocar las famosas Campanas de Shandon.

No debes pasar por alto el Elizabeth Fort, una fortaleza en forma de estrella que se construyó en 1601, ni las exposiciones, los locales vestidos como soldados de época o las excelentes vistas de la ciudad que se pueden disfrutar desde aquí. Y, si hablamos de museos, hay al menos dos de visita obligada: de un lado, el Cork Public Museum, que te ayudará a comprender mejor la historia del lugar; de otro, el Butter Museum, uno de mis favoritos, con foco en uno de los principales productos que se exportan desde Irlanda.

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Saliendo un poco del centro podemos llegar a las celdas restauradas y a las exposiciones que acoge la imponente Cork City Gaol, una reveladora mirada hacia las historias que surgen desde esta antigua prisión, incluyendo a muñecos que simulan a los presos para dar un toque más realista a la visita; también merece la pena visitar sus preciosos jardines. Río abajo nos topamos con el BlackRock Castle, del siglo XVI, que ofrece recorridos por las instalaciones y en la actualidad también alberga un interesante museo de ciencia; y si lo que te apetece es un poco de relax, Lough Park cuenta con un pequeño lago de piedra caliza alimentado por manantiales y una llamativa colección de aves y animales salvajes. Eso sí, lo más famoso en los alrededores de Cork quizá sea Blarney Castle, donde tendrás la oportunidad de conocer la célebre Piedra de la Elocuencia (mejor conocida como la Piedra de Blarney) en lo más alto del castillo: según cuenta la leyenda, besando la piedra por la parte de abajo se obtiene el don de la elocuencia, y lleva ahí incrustada desde el año 1446.

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¿Y si hablamos de gastronomía? Además de platos estrictamente locales como los crubeens, manitas de cerdo rebozadas y fritas, o el drisheen, una especie de morcilla preparada con sangre de oveja y mantequilla, Cork está forjando su reputación como el uno de los puntos gastronómicos más importantes de Irlanda: esto es algo que podemos comprobar por ejemplo en el English Market, construido en 1862 y que funciona en la actualidad como un renovado laberinto de dos pisos en el que poder comprar productos locales como carnes, pescados, quesos y pan; también incluye diversos restaurantes de gran calidad, claro está. Más allá de lo meramente comestible, la cerveza artesanal es un gran reclamo de Cork: Barrack Street, por ejemplo, es famosa por su gran cantidad de bares y pubs en los que degustar diferentes tipos de cerveza, muchos de los cuales también ofrecen música tradicional irlandesa en directo.

Y si visitar Cork supone un auténtico placer durante todo el año, también es cierto que recibirás una dosis extra de emoción al asistir a uno de los muchos festivales que se celebran en la ciudad: hay unos veinte cada año, donde destacan el Midsummer Festival, el Guinness Jazz Festival (en octubre, uno de los mayores de toda Europa) y el Festival de Cine, en noviembre.

Fotos: SlongySteveAllenPhotoJoel Carillet | José Balido