Berlín en clave verde

23/08/2019

De Berlín ya sabemos que es una ciudad marcada por su inconfundible multiculturalidad, por haber sabido acoger el arte más atrevido y por albergar una cultura cinéfila de esas que han dejado, dejan y seguirán dejando huella; pero también, y ahora veremos por qué, se erige como una de las principales capitales verdes de Europa. Un reclamo más que sumar a la larga lista de atractivos de la capital alemana.

Basta dar un pequeño paseo por la ciudad para cerciorarse de que la naturaleza está presente en cualquier rincón, sacando así brillo a las cifras oficiales: el 7% de Berlín está ocupado por parques públicos, lo que se traduce en más de 2.500 espacios verdes a disposición de vecinos y visitantes. Impresionan los datos, ¿verdad? Pues más llamativo será comprobarlo sobre el terreno en el Tiergarten, el Treptower Park, la Pfaueninsel o el Tempelhofer Park, un aeropuerto reconvertido para uso y disfrute de la ciudadanía.

Personalmente, el Treptower Park es mi parque favorito de Berlín, con 160 hectáreas bañadas de historia que se remontan a 1888. Cuenta con amplísimas zonas verdes y un coqueto embarcadero desde el que puedes tomar pequeñas barcas para recorrer el río Spree y conocer la Isla de la Juventud (Insel der Jugend), donde se celebran conciertos en verano; pero, sobre todo, lo que me impresiona de este lugar es el Monumento de Guerra Soviético (abajo), un enorme mausoleo en honor a los 80.000 soldados que perdieron la vida en la batalla de Berlín y que conmemora la victoria soviética sobre los nazis. La mirada del soldado que lidera el conjunto arquitectónico me sigue sobrecogiendo.

Seguiremos, claro está, por el principal pulmón urbano de la capital, el Tiergarten: hablamos de un inmenso parque de 210 hectáreas ubicado en pleno centro de Berlín, una auténtica oda a la naturaleza urbana. Comenzó sirviendo como coto de caza durante la época prusiana, hasta que en el siglo XVIII se abrió al público. Senderos, lagos (algunos están destinados incluso a la práctica nudista) y una profusa vegetación de robles, tilos o castaños, entre otras muchas especies, hacen de este lugar un oasis idílico en cualquier época del año; eso sí, nada es comparable a la belleza que desprende su gran abanico de colores durante el otoño. Espectacular.

Más allá del apartado natural, el Tiergarten merece una visita por la diversidad de monumentos que acoge en su interior: el homenaje a los soldados soviéticos caídos durante la II Guerra Miundial (con tanques y todo), efigies en honor a grandes figuras del país como Beethoven, Bismarck y Goethe o el famoso carrillón de 42 metros de altura que emite conciertos cada domingo a las 3 de la tarde durante los meses de verano. En el corazón del parque podremos disfrutar de la increíble Columna de la Victoria (Siegessäule, imagen principal), gran símbolo capitalino, y en sus extremos de la propia Puerta de Brandemburgo o del Palacio de Bellevue. Por cierto, también en el Tiergarten se ubica la Embajada de España en Berlín.

La Isla de los pavos reales (Pfaueninsel) alberga una bellísima vegetación, un emblemático castillo de colores blanco y azul… y, por supuesto, una multitud de pavos reales que verás campar a sus anchas por todo el territorio. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se ubica a las afueras de Berlín, se llega meridianamente fácil en transporte público y, una vez en las inmediaciones, deberás tomar un ferry para sortear el río Havel. Es un rincón ideal para cualquier buen amante de la naturaleza que se precie, con senderos que te van guiando por la isla para que disfrutes a fondo de este lugar natural protegido desde 1924. ¡Te encantará!

¿Imaginas patinar o pedalear en una bicicleta por una pista de aterrizaje? ¿Hacer picnics y jugar al frisbi en las instalaciones de un aeropuerto? Pues eso exactamente es lo que ha pasado con el Tempelhofer Park (arriba), el aeropuerto de Berlín Occidental durante la Guerra Fría que cayó en desuso tras la reunificación y que, a través de un referendo popular, los ciudadanos decidieron destinar para uso general. Sí, un aeropuerto reconvertido en parque, en otro pulmón urbano: 380 hectáreas que combinan naturaleza y asfalto en las que resulta común ver a gente practicar running, pasear a sus perros (para lo que se han destinado cuatro hectáreas, nada más y nada menos) y hacer barbacoas (otras dos hectáreas y media); también se ha desarrollado últimamente un proyecto de huertos urbanos a servicio de la comunidad. En ocasiones también se celebran aquí festivales de música y otros eventos de calado. Es curioso hacer vida al aire libre en un antiguo aeropuerto, ¿no crees?

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