Una masa amorfa y expresionista invade la calle de Preciados. Parece una manifestación. O una procesión por la gloria de alguna virgen. ¿O será un desfile militar? Qué va, simplemente es Madrid viviendo. Y no hay más historia. Las calles de la capital se llenan cada día de habitantes y turistas queriendo luchar por su metro cuadrado de asfalto. En esta ciudad a ratos elegante y a ratos desgarbada se sale mucho.
Se sale a comer, a beber cañas, a ver exposiciones, a ir al cine, a gastarse hasta el último céntimo de la Visa. Está escrito en su ADN: la capital de España es como esa amiga ni guapa ni fea pero con la que te lo pasas de vicio. Hey, no se asusten, que hay espacio para todos y poco aburrimiento si sabemos quitar cada una de las capas que cubren la urbe. La más evidente es la del Madrid de los Austrias, ese centro histórico encantador donde bailan la Plaza Mayor (no olvide entrar en el remozado Mercado de San Miguel, gourmet pero popular) y algunos rincones de La Latina, como las plazas de la Paja y los Carros, la calle de Segovia con su viaducto (que según avanza el tiempo se convierte en más posmoderno) y callejuelas entre la calle Mayor y la calle de Toledo. Verá fachadas en tonos amarillos.Segunda capa: Lavapiés, viejo barrio judío donde conviven hoy en paz multitud de razas, jóvenes bohemios y abuelos castizos. El ombligo es la plaza del mismo nombre, junto al Centro Dramático Nacional. En estas empinadas cuestas de colores chillones hay espacio para bares de tapas como el Melo’s, restaurantes hindúes, galerías de arte, colmados árabes, plazas con corralas históricas y un tejido asociativo que ya querrían para sí muchas ciudades. El hispanista Ian Gibson vive en Lavapiés y lo denomina “el mejor pueblo de España”.
Tercera capa: Malasaña, revolucionario desde la guerra de independencia y underground desde la movida madrileña. Por sus adoquines desgastados pasan hordas de jóvenes en busca de ropa vintage, bares de torreznos y lounges de diseño retro, pubs de rock indie y antros donde todos hablan con todos y la música no suena. Cuarta capa: Chueca, el desinhibido y abanderado de la homosexualidad, el lugar donde cada esquina sorprende por una cafetería colorida o un restaurante de comida original y donde la noche está como una cabra. Quinta capa: el barrio de Salamanca, elegante y pulcro, trazado con escuadra y cartabón sobre el mapa, donde se concentran las boutiques más chics (véase la calle de Serrano), las cafeterías más refinadas y las fachadas más señoriales. No se olvide de la Plaza de Dalí, la única del mundo diseñada por el artista catalán.
¿No hay más capas? Hemos estado tan pendientes de deshojar esta ciudad-cebolla que hemos olvidado su cara típica: la hermosa Gran Vía, la Plaza de España, el Templo de Debod, el Palacio Real y la Catedral de la Almudena, el Paseo del Prado y sus museos, la Puerta de Alcalá, el parque de El Retiro, el Congreso de los Diputados, el Paseo de la Castellana con su skyline… Camine, siéntese en una plaza, tome el metro, corra estresado, beba vinos, esté atento a la programación cultural, hable por los codos de la modernidad (que aquí mezcla lo carpetovetónico y lo rompedor), tenga amigos guiris, ría a carcajadas y ya será madrileño. Palabra de madrileño adoptivo.
Datos útiles:
- Madrid tiene 3.256.000 habitantes y cinco con su área metropolitana.
- El medio de transporte más cómodo y rápido es el metro.
- Las estaciones son muy extremas: los inviernos son muy fríos y los veranos, muy calurosos.
- Iberia conecta Madrid con el mundo con más de 500 vuelos desde la T4 del aeropuerto de Barajas. Los mejores precios en www.iberia.com
Foto | José María Cuéllar
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