El centro geográfico de Andalucía esconde vino, huellas árabes y montes coronados por castillos. Y el campo no es marrón. El “verde que te quiero verde” de García Lorca es algo más que una metáfora. Hay quien piensa que en Andalucía sólo hay páramos secos por el sol y se sorprende cuando encuentra grandes extensiones de viñas que desde el cielo parecen lunares de flamenca. Es el caso de los campos de la ruta del vino Montilla-Moriles, en la campiña sur cordobesa. El filósofo Séneca lo vio claro cuando partió a Roma como mentor de Nerón: se llevó sus propias alforjas de vino elaborado en Montilla. Y cuando lo dio a probar en la capital del Imperio, todos se relamieron. ¿Cómo era posible que no lo conocieran? A partir de entonces estaría presente en todas las fiestas.
Han pasado los siglos, pero los caldos de aquí se saborean como antes. Existen tres tipos básicos, que se consiguen a través del sistema de soleras y criaderas: jóvenes afrutados, de crianza y generosos. El Pedro Ximénez es uno de los más famosos, toma su nombre de la uva de la que procede y se caracteriza por su delicada piel y su alto contenido en azúcares. Tal efecto se logra así: cuando la uva alcanza la madurez se corta y se tiende al sol para que se convierta en pasa. El resultado es un vino dulce y afrutado que los expertos aconsejan tomar con postres. Ése es el consejo, pero cuando lo pruebe lo querrá beber cuando le apetezca. O sea, a todas horas. Pero hay que ir con tranquilidad, ya que esta denominación de origen incluye otras variedades de uva: Airén, Montepila, Baladí y Moscatel.
Los caldos no son el único atractivo de este triángulo fértil entre los ríos Guadalquivir, Guadajoz y Genil. La naturaleza ha regalado a este rincón el embalse de Cordobilla y lagunas como la de Tíscar, con aves, juncos y cañas. Y la ruta de la denominación de origen discurre por nueve municipios: Aguilar de la Frontera, Córdoba, Fernán Núñez, Lucena, Montemayor, Moriles, Puente Genil, La Rambla y Montilla. Podrá pasear por calles encaladas llenas de flores, plazas que forman sombras, casas señoriales y restos de la cultura árabe. Y entre paseo y paseo, un vinito y un tentempié en bodegas como A. Doblas Martos (en Moriles, pionera en la introducción de tintos), Alvear (en Montilla, la bodega más antigua de Andalucía, de 1729) o Toro Albalá (en Aguilar de la Frontera, con un museo de artes populares y otro de maquinaria relacionada con el vino). En las tres se podrán ver las barricas y la sala de fermentación. Si es la hora de almorzar, alcachofas al Montilla y pez espada al Pedro Ximénez en Las Camachas y milhojas de presa ibérica también con Pedro Ximénez en Paco Pepe (ambos restaurantes se encuentran en Montilla). Y después el final no puede ser otro que la siesta al sol.
Foto | Ronda Iberia
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