Escaparates llenos de modelitos fashion. Dependientas de firmas de alta costura que se desviven por ti si te fundes allí la tarjeta. Señoras con cardados y buenos abrigos. Jóvenes cenando en los restaurantes de moda. Todo esto es la calle Serrano, milla de oro de Madrid, columna vertebral del burgués barrio de Salamanca, aspirante a Quinta Avenida. Después de dos años de insufribles obras, la vía más elegante de la capital ha concluido su reforma y luce con una nueva cara. Moderna, con aceras más anchas, 813 árboles más y un carril bici. Vamos, que hay que redescubrir estos dos kilómetros y medio de auténtica vida urbana.
Un día da para mucho. El café mañanero se puede tomar en la mítica pastelería Mallorca (en el número 6), ante las cristaleras que actúan como burbuja para observar el mundo exterior. La inmersión en el mundo del lujo llega con los escaparates de Gucci, Channel, Dior o Yves Saint Laurent. Ups, y sin olvidar Manolo Blahnik, el diseñador de tacones que causó furor en Manhattan en los 70 y que ahora revive su segunda juventud gracias a la publicidad que le dio la serie Sexo en Nueva York. Y como ir de compras es agotador y en esta calle lo saben, toca un café en Serrano 50, un local clásico y elegante donde lo mismo te puedes encontrar a Carmen Lomana que a Carlos Díez Díez. Hay que ir pendiente siempre, porque las celebrities se camuflan tras enormes gafas.
La ropa será sagrada en esta vía, pero el tapeo también lo es: Casa Curro (número 93), donde se pueden probar gambas, cigalas, carne mechada y chicharrones por no más de 15 euros, y Barril y Botella (justo al lado del local anterior), con canapés, tablas y sartenes. Si no le apetece el picoteo, sino comer sentado y tranquilo, diríjase a T’Amerò (en el número 85) o Sushiwakka (en el 93). Los dos restaurantes están de moda: el primero es un italiano de rissotos y platos con trufa blanca y el segundo es un japonés con sushi y sashimi para chuparse los dedos. Cada vez son más los sitios originales y alternativos que van dejando atrás la imagen de Serrano como una vía clásica y de estética tradicional.
No todo se mide a golpe de Visa. El lado más desconocido de este bulevar con edificios imponentes es el cultural. El Museo Lázaro Galdiano es un palacete de principios del siglo XX al que se llega después de atravesar un jardín. Dentro, los fondos del coleccionista y bibliófilo que da nombre a la institución: pintura, escultura, orfebrería, tejidos, relojes, armas… En el Museo Arqueológico Nacional podremos admirar la Dama de Elche, entre otras joyas, y en los salones de la Biblioteca Nacional, cuya entrada da al Paseo de Recoletos, nos detendremos a curiosear incunables y libros de otras épocas. Aún no ha terminado la diversión. Quedan anticuarios, casas de subastas y galerías de arte. Y al día siguiente, vuelta a empezar, porque Serrano se pone cada día un traje distinto.
Foto | Serrano Madrid
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