Miguelón nació hace medio millón de años y ya sabía hablar como usted y como yo. Pertenecía a la especie Homo heidebergensis y es una de las principales atracciones del recién inaugurado Museo de la Evolución Humana de Burgos, un cubo de cristal a tiro de piedra de la catedral y la estatua del Cid. A 15 kilómetros de la ciudad se encuentra la Sierra de Atapuerca cubierta por encinas, quejigos y madreselva. Ese fue el medio de Miguelón y su familia y hoy podemos aprender mucho de él.
Comencemos con la Historia: el primer europeo del que se tiene constancia vivió hace 1,3 millones de años. Se llama Homo antecessor y era caníbal. Comía niños y adolescentes de otros grupos de homínidos rivales. Objetivo: mermar la población enemiga. Entre esa especie y el linaje Sapiens (nosotros) existió, entre otros, el Homo heidebergensis, es decir, Miguelón: era alto (alrededor de 1,80 metros), fuerte (unos 100 kilos) y de cráneo grande (aproximadamente unos 1400 centímetros cúbicos).
Vemos pasar la Historia ante nuestros ojos y nos parece magia. El museo es un centro de interpretación de la humanidad, con fósiles auténticos, nada de copias. Ni es aburrido ni estático como un museo antropológico clásico. Eso lo han tenido muy en cuenta. Esta institución busca el impacto, la sensación, nuevos lenguajes. A ello ayuda las instalaciones, los audiovisuales, una plaza con diez reproducciones de nuestros antepasados, una cámara del tesoro con los fósiles originales más impresionantes… Todos los restos vienen de la sierra, de lugares que ya se han convertido en míticos: la Gran Dolina, la Sima del Elefante, el Portalón, El Mirador y la Sima de los Huesos, que es el yacimiento más prolífico de fósiles humanos de todo el planeta. El paleontólogo Juan Luis Arsuaga ya lo ha dicho: “El museo es único en el mundo”. No es una galería de muertos, porque también están personajes como Darwin y Ramón y Cajal. Y se cuenta la relación del ser humano con la biosfera.
El edificio es obra de Juan Navarro Baldeweg. Tiene una superficie de 1s 5.000 metros cuadradoy está dividido en cuatro plantas, una de ellas dedicada a Atapuerca. Las plantas superiores presentan reproducciones de homínidos, así como una sección dedicada al cerebro humano y su funcionamiento. También se exhibe una reproducción del Beagle, el buque británico capitaneado por Robert Fitz Roy en el que Charles Darwin cumplió el célebre viaje que inspiró su Teoría de la Evolución. Otra parte está dedicada al científico y Premio Nobel Santiago Ramón y Cajal.
El arte rupestre está representado por varias maquetas y una sala de proyección sobre los ecosistemas completan las exhibiciones. Además de exponer piezas y centrarse en la divulgación de la evolución, el centro nace con el reto de promover la reflexión acerca del futuro del hombre y su entorno. Y para hacer la experiencia más enriquecedora uno puede visitar el museo y luego trasladarse en un autobús lanzadera a los yacimientos. Pasado y presente juntos. Miguelón frente a usted.
Foto | bryanwright5@gmail.com
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