Euskadi huele a campo verde. Y en medio de ese color se encuentran sus tres capitales de provincia: Vitoria, Bilbao y San Sebastián.
La primera, la menos conocida aunque sea la capital de la región, es una delicia. Calificada como una de las ciudades españolas más habitables por calidad de vida, zonas verdes y filosofía ecológica, Vitoria no defrauda. Sería un error pasar de ella, porque sorprende y engancha con su arquitectura medieval.
Los palacetes renacentistas se suceden ante nuestra atónita mirada. Y por si teníamos poco, de repente surgen los edificios románicos. Casi sin querer damos con la muralla y las dos fortalezas de la ciudad. En la Plaza de la Virgen Blanca, con sus características balconadas blancas, se siente el pulso de la urbe. Detrás está la Catedral de Santa María, protagonista de Un mundo sin fin, la última novela del escritor de best sellers Ken Follet. Los arquillos nos indican un cambio: el paso del barrio medieval a la parte nueva, con la Plaza de los Fueros, el Parque de la Florida y el burgués ensanche del siglo XIX. Una última visita: el edificio de la Ópera.
El pique con Bilbao es constante, pero de buen rollo, ¿eh? La capital vizcaína despierta una mezcla de envidia y admiración con su metamorfosis, iniciada a finales de los años 90. ¿Qué pasó? Pues que la ría de Nervión se vació de la tradicional industria metalúrgica y emergió ese edificio gris llamado Museo Guggenheim, diseñado por el gran Frank Gehry. La onda expansiva ha sido tal que se han creado instituciones culturales como La Alhóndiga. El centro también comenzó a ponerse guapo. Ahora da gusto pasear por las callejuelas salpicadas de bares llenos un sábado por la mañana, contemplar la catedral de Santigo (de estilo gótico), recorrer la Plaza Nueva y olisquear por el Mercado de la Ribera.
La Gran Vía muestra el Bilbao más boyante con sus edificios de finales del siglo XIX y principios del XX. El metro, por cierto, es obra de Norman Foster, lo que da idea de la modernidad de esta ciudad. Vaya mirando hacia arriba cuando la visite, porque se encontrará con edificios de diseño, como las Torres Isozaki y alguna que otra muestra de arquitectura cosmopolita. “Bilbainadas”, como dicen los propios bilbaínos con guasa para referirse a ese afán de la urbe por estar siempre a la última.
Y por fin San Sebastián, la perla del Cantábrico. Ya era famosa a finales del siglo XIX, cuando la reina María Cristina la puso de moda entre la burguesía española y europea para veranear. La parte vieja, la catedral neogótica del Buen Pastor, el Palacio de Miramar y la Playa de la Concha son, simplemente, maravillosos. A uno le basta colocar la mirada sobre la isla de Santa Clara o el monte Urgull para ser feliz.
El Peine del Viento es una escultura de Eduardo Chillida donde siempre hay turistas que se divierten con los soplos de aire y agua salada que salen a presión de los agujeros practicados en el suelo. La Playa de la Zurriola es ideal para practicar surf, un deporte con muchos seguidores en San Sebastián. Ahí mismo está el Kursaal, el palacio de Rafael Moneo donde se celebra el festival de cine y donde posan todas las estrellas derrochando glamour.
Lo último y (casi) más importante: pruebe todos los pintxos en cualquiera de las tres ciudades. Coma, coma y coma. Arrase con todos. Todos tienen buena pinta. Todos están riquísimos. Hay quien no puede evitar cerrar los ojos para sentir más placer. Hay a quien le pone los pelos de punta.
Datos útiles:
- Vitoria tiene 235.000 habitantes; Bilbao, 355.000 y San Sebastián, 185.000.
- El tiempo en Euskadi es lluvioso en invierno y poco caluroso en verano.
- Iberia ofrece vuelos directos a Bilbao (hasta 10 frecuencias diarias), San Sebastián (hasta 6 vuelos cada día operados por Iberia regional/Air Nostrum) y Vitoria (con una frecuencia de 1 vuelo cada día operado por Iberia Regional/Air Nostrum). Para conseguir los vuelos más baratos, entra en www.iberia.com y selecciona «soy flexible en fechas».
Foto | gatogrunge}