El turismo se reinventa al ritmo de la sociedad. En una época en que los viajes se convierten en experiencias personales y abundan los paquetes temáticos como el enoturismo o el ecoturismo, la industria ha posado el ojo sobre los destinos LGTB, es decir, para lesbianas, gays, transexuales y bisexuales. ¿Y eso por qué? Un estudio de Turespaña lo explica: los LGTB suelen vivir solos o con su pareja, por lo general no tienen hijos que mantener, pueden gastar más dinero en ellos mismos y son más propensos a viajar.
La entidad española cifra el gasto medio diario de un turista LGTB en 120 euros al día, un 30 por ciento más que otros tipos de viajeros. Este segmento de población destina su dinero al ocio nocturno, compras, tecnología, cuidados estéticos y salud. Solo en España, la comunidad rosa está cifrada en unos tres millones de personas que gastan unos 3.300 millones anuales en viajes. El mercado es grande y la demanda de hoteles, establecimientos y ciudades gayfriendly es cada vez mayor. Porque cuando nos vamos de vacaciones queremos relajarnos, disfrutar, y este colectivo no quiere sentirse incómodo si le da un beso a su pareja o le coge de la mano.
Turismo rosa, le llaman. La feria madrileña del turismo Fitur, que se celebra del 19 al 23 de enero, abre este año un pink corner donde se promocionarán destinos como Madrid, Barcelona, Extremadura, Granada, Gran Canaria, Tenerife o Río de Janeiro. La costa de España atrae a mucho público LGTB de todo el mundo. De hecho, la ciudad malagueña de Torremolinos fue pionera en abrir el primer bar de ambiente en todo el país. Aún hoy existe, se llama Tony’s Bar y se inauguró en 1962, cuando el litoral peninsular y de las islas se llenó de suecas rubias y esculturales en bikini. Gran Canaria es otro de los lugares preferidos para este colectivo. Las playas del Inglés y de Maspalomas tienen eco mundial en la comunidad LGTB, al igual que el enorme centro comercial Yumbo, también en la isla, repleto de pubs y discotecas de ambiente. Sitges, en la costa barcelonesa, e Ibiza son otros dos destinos clásicos. Playa y fiesta nocturna hasta que el cuerpo aguante. Madrid, con sus multitudinarias fiestas del Orgullo, y Barcelona, con su carácter cosmopolita, son también abanderadas del turismo rosa.
Y ocurre lo mismo en el extranjero. San Francisco, en Estados Unidos, es un emblema por su reivindicativo barrio de Castro. Buenos Aires quiere arrebatarle a Río de Janeiro el título de capital gayfriendly de Latinoamérica. Incluso ciudades de aquí, como Bilbao y Zamora, quieren ligar su imagen de marca a este segmento de población y están llevando a cabo promociones en este sentido. Porque el mundo quiere ser más tolerante y acogedor.
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Foto | jenswedin
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