Danzad malditos, danzad

28/01/2011

La cuenta atrás ha empezado. El próximo 1 de febrero, tan solo nueve días antes de su inicio, conoceremos el programa completo de la Berlinale. Como siempre, lloverán las críticas. Este año, sin duda el festival alemán continuará fiel a su política, con un jurado presidido por esa cara de ángel que ya siempre nos recuerda a Lancôme, la actriz Isabella Rossellini -hija de los míticos Ingrid Bergman y Roberto Rossellini y continuadora de la saga-. La Berlinale es mezcla de cine comercial con cine de autor. Mezcla de taquillazos explosivos con filmes que simplemente sobreviven. Pese a quien le pese, así funciona.

Cumpliendo con este sentimiento controvertido, y dado que quien no arriesga no gana,  sin duda escucharemos hablar de Wim Wenders. El genial Wenders  estrenará una cinta en tres dimensiones que los amantes de la danza agradecerán. Pina, de este inimitable director alemàn, es un homenaje a la coreógrafa germana, que hará bailar, y cantar, y gritar, y reír, y llorar. Una réplica de lo que Pina, fallecida en junio de 2009,  conseguía con sus bailarines: que sientan, que disfruten, que vivan…

Pina Bausch nació, vivió y murió bailando. Desde niña apuntaba maneras y ya danzariqueaba en el restaurante de sus padres. Con solo 19 años se plantó en la ciudad de los rascacielos dispuesta a comerse el mundo. Y lo consiguió. Entre otras muchos logros, bailó en el Metropolitan y en la Ópera de Nueva York, recibiendo la influencia de Martha Graham. Pero enseguida fue reclamada por su primer gran maestro: Kurt Joss y volvió a su Alemania natal. Al poco tiempo se instaló en la ciudad de Wuppertal, convirtiéndose en la coreógrafa del ballet de esta ciudad y en la directora del teatro de baile de la misma hasta sus últimos días.

Consiguió revolucionar el concepto de danza moderna introduciendo toques teatrales. El bailarín no solo tiene permiso para sudar y bailar, sino también para contar chistes, cantar, gritar, reír, llorar. Solía defender «el movimiento como expresión de lo interno».

La compañía de Pina, compuesta por bailarines de todas las nacionalidades, sigue siendo una de las mayores aportaciones culturales que Alemania ofrece al mundo.  Pina nunca defraudó, Wenders tampoco lo hará. Berlinale: es tu turno.

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