Una sierra blanca y verde

21/01/2011

Solo se escucha el viento y los pájaros. Las suaves ondulaciones de las dehesas se van convirtiendo en picos, rocas y un paisaje verde verdísimo. Al norte de la provincia de Sevilla, y a una hora en coche desde la llanura de la capital del Guadalquivir, nos encontramos con un ramillete de pueblos en medio de un bosque mediterráneo salpicado de encinas y alcornoques.

La cal de las fachadas, blanquísimas, se mezcla con los tejados anaranjados y la piedra de las iglesias y castillos. Es la Sierra Norte de Sevilla, que forma parte de la Reserva de la Biosfera Dehesas de Sierra Morena junto con el Parque Natural de Sierra de Aracena y Picos de Aroche, en Huelva, y el Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos, en Córdoba. Relax y nada de estrés.

Uno de los pueblos más conocidos de la zona es Cazalla de la Sierra, donde se elabora el célebre aguardiente desde que en el siglo XVI un exceso de producción vinícola obligó a los viticultores a destilar el sobrante. Lo mejor es darse una vuelta y perderse por las calles del barrio de Azahín para dar de repente con la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, mezcla de estilos mudéjar, renacentista y barroco.

A cinco kilómetros de allí, en una leve ondulación del terreno, se ubica la cartuja, un encantador monasterio del siglo XVI que se puede visitar. Constantina fue romana, musulmana y cristiana y ese crisol se nota en la trama del pueblo, lleno de construcciones señoriales. Hay que ver el barrio de la morería y la torre del reloj. Y luego, correr hacia el castillo, situado en lo alto del cerro, desde donde observa el devenir. En Guadalcana sobresale la espadaña de la Iglesia de la Asunción y en El Pedroso, la ermita de la Virgen del Espino.

El entorno que rodea a estos pueblos con macetas en los balcones es igual de espectacular. Entre los ríos destaca el Rivera del Huéznar, con presencia de nutrias y truchas. Cerca está el monumento natural Cascadas del Huéznar. Siéntese delante y solo escuche el rumor del agua. Rodeado de fresnos, sauces y olmos y mojándose en el agua le parecerá que se encuentra en medio del paraíso terrenal.  El Cerro del Hierro era una antigua mina de la época romana que ha sido habilitada para el senderismo como vía verde y discurre por el antiguo trazado de una línea ferroviaria.

Los fines de semana la sierra está llena de montañistas y familias que recorren los caminos y practican deportes como el ciclismo o la escalada. Ésta es la opinión de un usuario: “Entre vegetación privilegiada con gargantas de agua cristalina transcurre esta magnífica ruta. Nos comentaron que era considerada una de las mejores del país y sin duda confirmamos que es preciosa. El encuentro con la naturaleza, la amabilidad de la gente y el aire puro hace que se disfrute cada metro que se recorre”. ¿Se atreve a comprobarlo usted mismo?

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Foto | oscardodo

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