Su encanto tiene color verde. Aunque una primera visita nos guíe por monumentos, edificios emblemáticos y museos, Londres se muestra más acogedora en sus parques, que una vez dentro de ellos se convierten casi en bosques. La capital británica es una de las ciudades más grandes y extensas de Europa, pero nadie como ella ha sabido combinar el hormigón y la naturaleza. ¿Quiere respirar aire puro, olvidarse del claxon y darle de comer a las ardillas? Vamos:
- Hyde Park. Es uno de los más famosos y queridos. Las columnas jónicas nos dan la bienvenida y dentro encontramos el Serpentine, un lago navegable que divide el parque en dos. Imprescindible contemplar la Diana Memorial Fountain, una fuente en honor a Lady Di, y el palacio de cristal. Por lo demás, piérdase entre los senderos y escuche a la gente que se sube a hablar al Speaker’s Corner.
- St. James’ Park. Otro clásico. Está a un paso de Trafalgar Square y en el área donde se encuentra el Palacio de Buckingham. Se ven estudiantes y ejecutivos comiendo para olvidarse del estrés. Haga como ellos. En el templete tocan bandas de música. Para echar la siesta.
- Kensington Gardens. Es la continuación de Hyde Park y se une con él al final del Serpentine, aunque cada uno conforma un lugar diferenciado. Siéntase en la gloria con los jardines y las fontanas italianas, el Albert Memorial y la estatua de Peter Pan.
- Regent’s Park. Es un parque multiusos. Incluye un teatro al aire libre, un maravilloso jardín de rosas, un lago con barcas, zonas de juegos para los niños, cafeterías, restaurantes y el zoo de Londres. Para no salir de aquí en todo el día.
- Richmond Park. Es uno de los más salvajes. Cuando esté dentro sí que se olvidará de la ciudad. ¿Un ciervo? Pues sí, y más de uno, ya que el parque fue el antiguo coto de caza del rey Carlos I. Posee un encanto especial: se ubica al lado del enorme río Támesis.
- Greenwich Park. Desde sus colinas se ven los rascacielos de Canary Wharf, pero lo más importante es el paralelo de Greenwich, que divide al mundo en dos de este a oeste, y su observatorio astronómico. Bajando la colina verde, puede entrar en el National Maritime Museum y la Queen’s House.
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Foto | Stuart Barr