Protocolo de intervención III: de nuevo en tierra

04/04/2011

En la tercera y última entrega del «protocolo de intervención» nos ocupamos del momento en el que nos encontramos de nuevo en tierra tras la realización de un vuelo. Aquí no nos sirve la estructura de las dos entregas anteriores, ya que, al no estar volando o tener que hacerlo en breve, no solemos manifestar nuestra fobia a volar y, en ese sentido, resulta extramadamente difícil hablar de los tres elementos que la componen. Como la tarea principal en este momento es la de contarnos a nosotros mismos aquello que ha sucedido en el avión, lo mejor sería distinguir entre tres tipos de vuelo y, en relación con ellos, deducir los aspectos sobre los que debería girar nuestro repaso a lo sucedido durante su transcurso. Así, los tipos de vuelo serían los siguientes:

  • Vuelo en el que se ha producido alguna incidencia objetiva más o menos grave. En este caso, el repaso iría dirigido a analizar básicamente dos cosas: en primer lugar, la naturaleza y causas de la incidencia, haciendo hincapié en cómo fue solucionada por el piloto o el personal de a bordo y, sobre todo, en el hecho de que ésta no tiene por qué volver a repetirse; y, en segundo lugar, nuestra reacción, preguntándonos si ha sido ajustada o no a la entidad de dicha incidencia y, en función de la respuesta, felicitarnos por ello o intentar pensar qué se podría corregir. Por lo demás, debemos aprovechar este repaso para identificar los pensamientos automáticos negativos que vayan surgiendo y sustituirlos por otros más adecuados, y, si notásemos cierta ansiedad, poner en práctica alguna técnica de reducción de la activación.
  • Vuelo en el que no se ha producido ninguna incidencia y, a pesar de todo, nos hemos puesto nerviosos. En este caso, el repaso iría dirigido a averiguar por qué hemos experimentado ansiedad en una situación en la que no existían razones objetivas para ello, aprovechando también para identificar y sustituir pensamientos automáticos negativos y, si fuese necesario, reducir nuestra activación.
  • Vuelo en el que no se ha producido ninguna incidencia y, además, tampoco nos hemos puesto nerviosos. En este caso, el cometido del repaso sería el de celebrar nuestro progreso en el difícil proceso de superación de la fobia a volar, recordando que disponemos de diversas técnicas de intervención para hacer frente a una posible «recaída» y que vamos acercándonos al objetivo de disfrutar de la maravillosa experiencia de surcar los cielos.

En los tres casos, el repaso de lo sucedido durante el vuelo constituye una magnífica oportunidad, ante todo, para trabajar con nuestra fobia, ya que, en la medida en que ayuda a determinar cuál es la raíz y la forma de nuestro miedo, nos permite decidir qué técnicas de intervención son las más adecuadas para abordarla y, además, combatir in situ los pensamientos automáticos negativos. En este sentido, una técnica adicional que resulta muy útil es la del registro de expectativas, la cual pone de manifiesto que nuestro peor enemigo a la hora de volar somos nosotros mismos. Pero el repaso también es una estupenda oportunidad para reconstruirnos a nosotros mismos como personas que ya empiezan a superar esa fobia, dándonos instrucciones para ejecutar las técnicas elegidas y diciéndonos cosas que nos animen a seguir adelante.

Imagen | travelers.jp

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