En las estribaciones de los Alpes, cerca de Francia, existe una ciudad italiana alejada de las hordas turísticas. ¿Y por qué? Quién sabe, porque Turín, la capital del Piamonte, es un lugar donde la arquitectura barroca y modernista sorprende a cada paso y en sus cuidadas plazas se respira ese aire feliz de ciudad de provincias. A la mayoría de la gente le suena por su poderío económico, por ser sede de la Fiat y por el equipo de fútbol Juventus. Pero no es eso lo mejor. Esta urbe bañada por el río Po guarda en su interior mucha historia. De la de su país y alguna otra del desierto.
El corazón de Turín es la Plaza del Castello, donde se ubican el Palacio Real, el Palacio Madama (obra cumbre de Filippo Juvarra, autor del Palacio Real de Madrid) y la catedral gótica con la capilla barroca de Guarino Guarini, donde se exhibe la Sábana Santa. Aunque se ha probado que la reliquia es falsa, el lugar siempre se encuentra atestado. Justo al lado está la Iglesia de San Lorenzo, a un paso de los Jardines Reales. Por estos espacios pasearon personajes como Cavour y Garibaldi, que fraguaron el Risorgimento y unificaron Italia bajo la corona de los Saboya. De hecho, Turín fue capital del país entre 1861 y 1864.
Ante tanto esplendor ordenador, se agradece un poco de caos. Lo podrá encontrar el Mercato Porta Palazzo, donde comprar cebollas y pimientos y productos delicatessen. Se puede seguir de compras por la Vía Roma, toda porticada. Al final conduce a la Plaza de San Carlo, también llamado el saloncito por la pureza de sus monumentos barrocos. Y llegados a este punto, no hay nada más chic que tomarse un Martini en los bares de sus soportales observando el panorama. Un Martini, un vino del Piamonte o un café, porque la ciudad está cuajada de cafés históricos. Ejemplos: Al Bicerin, del siglo XVIII, donde Cavour o Alejandro Dumas tomaban su bicerin (café con chocolate y nata); Platti, donde escribía Cesare Pavese; y San Carlo, donde descansaban los artífices del Risorgimento. Por cierto, se puede conocer esa etapa dorada en el Museo Nazionale del Risorgimento Italiano, un palacio obra de Guarini que fue la sede del primer Parlamento.
No obstante, el museo más relevante es el egipcio, con los fondos más ricos después del de El Cairo. Entre momias, papiros y una estatua de Ramsés II se pasa el tiempo antes de visitar La Venarie Reale, complejo barroco de los Saboya que es patrimonio de la Unesco, y el Lingotto, la antigua fábrica de Fiat que hoy reúne tiendas, hoteles, un centro de convenciones y espacios de ocio. Y no nos olvidemos de la Ópera, la Biblioteca Reale y el hotel Roma, donde Pavese se suicidó con somníferos. Con tanta información visual de golpe, hará falta más de un día para asimilar el patrimonio de una ciudad que (aún) no llama la atención de los turistas.
Datos útiles:
- Turín tiene poco más de 900.000 habitantes.
- El clima es templado durante todo el año: ni demasiado frío en invierno ni calor sofocante en verano.
- La moneda es el euro.
- Iberia ofrece hasta 3 vuelos a Turín cada día directos desde Madrid y cómodas conexiones desde el resto de la red.
Foto | MLHS
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