Río de Janeiro ríe. Perdón por el chiste malo, pero es que es así. Esta ciudad gozona como pocas no se permite la tristeza. Si viaja a este destino, no le faltará placer, sensualidad, hedonismo, frenesí de carnaval y pasión futbolística. Son todos los tópicos que se le asocian, pero a Río de Janeiro le da igual porque los lleva estupendamente. Y con mucho orgullo. ¿Qué tendrá que ver trabajar duro durante el día y reírse del mundo cuando se sale de la oficina? Pues eso. Cierto es que las desigualdades que se ven por las calles le dejan a uno cierto regusto agridulce, pero Río de Janeiro ofrece tanto que no le permitirá que la mire con condescendencia.
Empecemos con este viaje iniciático que le cambiará el carácter. Copacabana, uno de los símbolos de la urbe, donde se juntan avenidas, lujo y ambiente popular, muestra su cara soleada en la playa del mismo nombre, por donde pasan los vendedores ambulantes con queijo coalho (un queso pasteurizado muy típico) y biscoito globo (galletitas para acompañar). También podrá ver la Iglesia de Nuestra Señora de Copacabana y comprar música, películas y libros en la enorme tienda Modern Sound.
Ipanema es otro clásico, con espacio para todos: tangas de mulatas impresionantes, besos de gays y aplausos cuando cae el sol. Tendrá que ir sí o sí al bar Garota de Ipanema, donde Tom Jobim y Vinicius de Moraes vieron pasar las caderas de la ya famosa chica “tan linda y tan llena de gracia” de la canción. Y ahora una zambullida en la historia del Río más imperial: Praça XV, Paço Imperial, Rua do Mercado, Biblioteca Nacional, Teatro Municipal y Catedral de Sao Sebastiao. En este último edificio rezan las señoras, pero la urbe tiene otras dos religiones (el carnaval y el fútbol) con sus respectivos templos (el Sambódromo y el estadio de Maracaná).
En el Jardín Botánico no se escuchan rezos ni gritos de pasión, pero bien merece una visita. Fundado en 1808 por el príncipe regente de Portugal Dom Joao cuando huía de Napoleón, acoge más de 6500 especies de todos los ecosistemas. Hay más naturaleza en el Lagoa Rodrigo de Freitas, una laguna de agua dulce con hipódromo y clubs de regatas, y en el Pan de Azúcar, visita ineludible y mágica a través de su teleférico. Los barrios de Río dan mucho de sí. El de Santa Teresa ofrece cuestas empinadas, casas coloridas, bares, cafeterías, artistas, vecinos de siempre y un simpático tranvía amarillo, el único que queda en la ciudad. El de Lapa, divertidísimo por las noches, se está convirtiendo en una zona chic, pero aún se ven estampas como la de la Escadaria de Selarón, con sus 215 escalones y su barullo de gente comiendo, fumando y bebiendo. Y el de Larenjeiras es bohemio y lleno de tabernas y mercadillos. Hay mucho donde elegir en una ciudad donde la música sorprende a cada paso (samba, jazz y lo que se tercie), es imposible resistirse a las caipirinhas y el mundo se pone a nuestros pies si imitamos el gesto del Cristo Redentor del Corcovado.
Datos útiles:
- Río de Janeiro tiene 6 millones de habitantes y 11 millones con su área metropolitana.
- Su clima es tropical atlántico, con veranos cálidos (pueden registrarse más de 35 grados) e inviernos suaves (una media de 22).
- La moneda es el real brasileño.
- Iberia ofrece 1 vuelo a Río de Janeiro cada día directo desde Madrid (salvo los lunes), desde donde además conecta con otras ciudades del país.
Foto | dream is destiny…
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