Viena, la vieja ciudad imperial, nos deja en estado de shock. Todos los edificios, jardines, fuentes y plazas están construidos para impresionar. Parece que aquí no hay ningún rincón feo. Esta imagen de perfección y orden es vista por muchos como aburrimiento. Sin embargo, a los museos clásicos se suman otros que apuestan por el arte más subversivo, la arquitectura barroca se mezcla con líneas contemporáneas y la noche se está volviendo canalla.
Habrá tiempo para todo. Empecemos por la ruta monumental. El Palacio Imperial, con su cúpula celeste y sus estatuas enormes en la entrada, es un claro ejemplo de la Viena barroca. El interior también es espectacular. No se puede perder los aposentos reales, las cámaras de la Plata y el Tesoro, el Museo Sisí y los jardines de Heldenplatz. Una dependencia del palacio de enorme prestigio mundial es el Museo Albertina, con más de 1 millón de grabados y 60.000 dibujos que repasan autores como Durero, Rubens, Schiele, Cézanne o Klimt. Nada mejor que un paseo por los jardines Burggarten y entrar en la iglesia de los Agustinos, donde cada domingo a las 11 hay misa con música de Mozart o Haydn. Cerca queda la Innere Stadt, la ciudad antigua, declarada Patrimonio de la Humanidad, y repleta de placitas encantadoras y tiendas de quesos, bombones y vinos. En la Judenplatz se conmemoran a los judíos exterminados en el Holocausto y en el mercado Hoher Markt no para de pasar gente. Entre las calles se ven las torres de la Catedral de San Esteban y muy cerca está una de las casas donde vivió Mozart, la Figarohaus, donde el genio compuso Las bodas de Fígaro. ¿Necesita adrenalina? Corra hacia Prater, el parque de atracciones de Viena, en medio de un gran parque.
Hay otras zonas verdes de ensueño, como los Jardines de Schönbrunn, por donde paseaba Sisí en verano, justo al lado del palacio del mismo nombre, de estilo rococó, y donde vivió Napoleón. Y aún queda más paseo monumental: el Rathaus o Ayuntamiento, la Ringstrasse o serie de avenidas levantadas en el siglo XIX para abrir la ciudad más allá del casco histórico, el Parlamento y el Museo de Bellas Artes (un referente a la misma altura que el Louvre y El Prado), el Belvedere (con la colección más grande de obras de Klimt). La meca del diseño más vanguardista está formada por los barrios Neubau y Josefstadt. El arte moderno también vibra en los espacios Project Space y Secession. Y personalidades como Sigmund Freud y Beethoven también tienen sus museos. Las fachadas modernistas, el gran Danubio convertido en una enorme zona de ocio y una ópera aunque no entienda lo más mínimo de bel canto son otros de los alicientes de la capital de Austria. Las copas vendrán en la Innere Stadt y sobre todo en las calles Rabensteig y Seitenstettengasse, conocido como el Triángulo de las Bermudas. Sin duda, un buen lugar para perderse 😉
Datos útiles:
- Viena tiene 1.715.000 habitantes.
- Los inviernos son muy fríos, con frecuentes nevadas, y los veranos suaves y húmedos.
- La moneda es el euro.
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Foto | ferlomu
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