Los puntitos rosas de las marismas son flamencos. Los puntitos verdes de las playas son matorrales salvajes que crecen a su aire. La naturaleza marca a fuego a Huelva, una de las provincias andaluzas menos conocidas, que despliega sus 122 kilómetros de playas anchas y vírgenes (solo tiene el 13 por ciento de la costa urbanizado) y convierten a este rincón de la Costa de la Luz en una especie de Caribe español. La capital tiene fama de ciudad fea, pero sus pueblos son preciosos. Al este de las cuencas de los ríos Tinto y Odiel, que seccionan la provincia, se arraciman localidades como Palos de la Frontera, Moguer y Niebla. Las dos primeras forman parte de la ruta de los lugares colombinos. Una de las mayores atracciones es el Muelle de las Carabelas, con reproducciones casi a tamaño real de La Pinta, la Niña y la Santamaría, las tres naves que en 1492 descubrieron América. Moguer es famoso por ser la patria chica del Novel Juan Ramón Jiménez. Muchos de los pasajes de Platero y yo están repartidos en azulejos por las fachadas blancas del pueblo.
Y también blanca, pero tirando a dorada, es la arena de las playas del Parque Nacional de Doñana, patrimonio mundial con más de 50.000 hectáreas donde se mezclan marismas, linces, águilas, alcornoques o jabalíes. Apunten bien estas playas vírgenes: Rompeculos, Torre del Loro y Arenosillo. En la costa de Huelva ya sabrá lo que toca comer: gambas, muchas gambas, las típicas gambas con sal gorda. Y mojama, huevas y pescado de todo tipo.
¿Solo hay mar en esta provincia? Qué va. El resto de su territorio tiene el mismo aire natural. Las lomas verdes jalonan el paisaje del Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Allí se encuentra la Banda Gallega, un cruce de caminos con multitud de castillos medievales que defendían esta frontera de Castilla con Portugal. En Aracena podrá visitar su fortaleza gótico-mudéjar y la Gruta de las Maravillas, galerías y túneles esculpidos por el agua y el paso del tiempo. Lo que impera aquí es la cocina serrana a base de setas y carnes como las de jabalí, ciervo, perdiz y conejo. Jabugo nos espera con su jamón de pata negra. Se pueden visitar algunas empresas, como la de Sánchez Romero Carvajal, y comprar embutidos o patés. En Almonaster la Real contemplaremos la mezquita del siglo IX y en Aroche, su castillo árabe.
El embrujo se completa con pueblos como Niebla, villa con una impresionante muralla de cinco puertas árabes, mudéjares o almohades, el castillo de los Guzmanes y el puente romano por donde pasa el río Tinto. En Isla Cristina, pueblo carnavalero en febrero y repleto de turistas morenos en verano, nos pegaremos un festín a base de más gambas, chirlas o jureles. Y en Ayamonte, lindando con Portugal, probaremos atún o cazón en adobo en templos gastronómicos como Casa Vicente. Después, un paseo por el Guadiana para ver de frente el Algarve y las mismas luces anaranjadas que en Huelva. La luz del Atlántico.
Huelva se encuentra a menos de 100 kilómetros de Sevilla. Iberia ofrece hasta 5 vuelos a Sevilla desde Madrid cada día. Los mejores precios siempre en www.iberia.com.
Foto | pericoterrades
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