Donde vive el duende

27/03/2012

Punta, tacón, tacón, punta… Un quejío bronco, una patada por bulerías, un rasgueo de guitarra que estremece y de repente aparece el duende. Sentir el pellizco del flamenco en directo es toda una experiencia. Aunque aún existen dudas sobre su lugar de origen, la mayor parte de las teorías apuntan al triángulo formado por las ciudades de Cádiz, Jerez y Sevilla. Luego se extendería por el resto de Andalucía y daría lugar a multitud de palos, métricas, estilos y voces. En el siglo XX vendría la consagración mundial del flamenco y en el 2010 la Unesco lo declaró Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Hoy, más que nunca, es global, pero su esencia sigue estando en el sur. A continuación le mostramos algunos de los barrios y tablaos andaluces más reputados.

Sevilla: Triana, el viejo arrabal de la capital andaluza, ha sido tradicionalmente tierra de cantaores y toreros. El tópico hecho barrio. Allí aún se pueden encontrar lugares emblemáticos como Lo nuestro (calle del Betis), donde priman las rumbas, y Casa Anselma (Calle de Pagés del Corro, 49), una taberna donde uno empieza a hablar con todo el mundo desde el minuto uno y donde se vive un momento especial a las doce de la noche, cuando se apagan las luces y se canta la salve rociera. Al otro lado del Guadalquivir están los tablaos El Arenal (calle de Rodo, 7) y Los Gallos (Plaza de Santa Cruz, 11), donde se puede disfrutar del cante, el toque y el baile más sorprendente. Prepárese para que el corazón le dé un vuelco con el fin de fiesta.

Granada: La patria chica del gran Enrique Morente tiene el Sacromonte, un barrio lleno de cuevas encaladas donde sobrevive el flamenco más puro. El cante jondo de estos gitanos está lleno de melancolía y ecos serranos. Un buen plan es visitar La cueva de los tarantos (Camino del Sacromonte, 9), que organiza dos pases en una zambra que ya está considerada una institución, y la venta El Gallo (Barranco de los Negros), donde el ambiente recogido le hace a uno sentirse parte de una familia gitana.

Córdoba: El embrujo de la mezquita se proyecta en el tablao Cardenal (calle de Torrijos, 10), en mitad de la judería. Seguidillas, fandangos, rumbas, bulerías… Cualquier palo le pondrá de pie en esta ciudad que celebra todos los años en junio La noche blanca del flamenco, una jornada que llena de compás muchos de los rincones más emblemáticos.

Cádiz y Jerez: Arte con sal de mar y un toque vinícola. El barrio de Santa María de Cádiz es el reducto flamenco de la ciudad. Aquí nacieron multitud de artistas (el Ayuntamiento organiza una ruta) y aquí se encuentra el Centro Municipal de Arte Flamenco La Merced, que dinamiza el barrio con actividades y conciertos. No olvide acercarse por las peñas La Perla de Cádiz y Enrique el Mellizo y deleitarse con los típicos tanguillos y alegrías. Unos kilómetros tierra adentro, en Jerez, aparecen los barrios de Santiago (donde nacieron José Mercé y El Capullo y que hoy acoge el Centro Andaluz de Arte Flamenco) y el de San Miguel (cuna de Lola Flores y La Paquera). Tendrá que entrar a escuchar y ver bailar bulerías pasionales en las peñas Los Cernícalos (calle de Sánchez Vizcaíno, 25) o Tío José de Paula (calle de Mercede, 11). Saldrá con ganas de más juerga.

Foto | khatawat

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