Francia sabe a croissant y huele a perfume. País chic y bohemio por excelencia tiene en París a la ciudad que mejor interpreta estos adjetivos. Sin embargo, Francia no es solo París. Y ya va siendo hora de que descubramos esos otros rincones: nos dejarán con el mismo buen sabor de boca.
- Burdeos. Nos suenan sus vinos, finos y austeros o ligeros y afrutados, dependiendo de la zona. Pero hay más: la Catedral de San Andrés es un monumento que bien merece su contemplación. Iglesia gótica de origen románico es la más importante de Burdeos y desde 1998 forma parte del Patrimonio de la Humanidad como parte del sitio Caminos de Santiago de Compostela en Francia. Tampoco nos podemos olvidar del Puerto de la Luna, dar un paseo a orillas del Galona y contemplar uno de sus atardeceres no tiene desperdicio.
- Estrasburgo. Pocas ciudades son tan fáciles de recorrer, a pie o en bicicleta, los dos medios son igual de cómodos en esta ciudad repleta de monumentos encantadores: su catedral de Notre-Dame, su peculiar Petite France –una de las zonas más importantes donde el revuelto de construcciones alsacianas con coloridas balconadas de casas tradicionales y ruidosos canales no le dejarán indiferente- o sus infinitos museos, merecen más de una foto.
- Lyon. Por detrás de París y Marsella es la ciudad más grande de Francia. Su belleza se debe al mérito de los ríos Ródano y Saona, que confluyen en la ciudad dividiéndola en tres zonas: la residencial e industrial, la Presqu’île -corazón comercial de la ciudad presidida por la plaza Bellecour- y el casco antiguo donde destacan el museo galo-romano, la iglesia de Furvière y el teatro romano ¿A qué no suena nada mal?
- Niza. La joya de la Costa Azul presume de ser la segunda ciudad más visitada de Francia, después de nuestra eterna París. Aunque tiene fama de atraer al turista más rico es un destino que se adapta a todos los bolsillos: sus playas, museos, paisajes agradecen la visita de cualquier turista. Si le gusta vivir la noche, piérdase en sus restaurantes, terrazas, bares y discotecas. Le gustará.
- Marsella. Ciudad agradable, jovial y soleada está llena de mercadillos y terrazas y marcada por una larga historia. Napoleón III puso su granito de arena en ella mandando construir una iglesia católica: la Basílica Notre Dame de la Gare, popularmente, la Bonne Mère (siglo XIX). Sus 9 metros de altura protegen a los marineros cuando salen a la mar. Sin duda alguna su estampa le quitará el hipo.
- Toulouse. La esencia del Sur. Su apodo de “ciudad rosa” no es fortuito: la luz del sol que se refleja en sus construcciones de teja y ladrillo son la causa de este apodo. Su Catedral de Saint Etienne refleja la evolución de diferentes estilos arquitectónicos. Merece la pena descubrir su centro histórico, pasear a orillas del Garona y del Canal du Midi, recorrer sus mercados al aire libre o incluso salir de compras (en sus calles encontrarás todas las grandes marcas a nivel mundial). El ajetreo y bullicio de Toulouse fascinan.
- Nantes. Capital de la región de los países del Loira, sus construcciones estrella son la Catedral de San Pedro y San Pablo y el Castillo de los Duques de Bretaña. La Catedral es una verdadera obra maestra que tardó la friolera de 457 años en construirse (de 1434 a 1891). Tanto tiempo no restó ni calidad ni coherencia estilística a su arquitectura románica y gótica. Hay que visitarla y comprobarlo. El Castillo de los Duques de Bretaña es el último castillo del Loira situado antes del Atlántico. Majestuoso y soberbio, es una mole localizada en pleno centro histórico de Nantes. Con museo incluido, su visita es obligada.
- Montepellier. Sus calles estrechas y sus plazas soleadas la convierten en una de las ciudades preferidas por los franceses. Su inusual calidad de vida tiene la culpa de ello, siendo esto un referente ideal para conocerla. Destaca la Catedral de San Pedro (con un peculiar pórtico), el Jardín Botánico y el Acueducto de San Clemente, cuyos 880 metros de longitud y sus característicos arcos desembocan en el Arco de Triunfo. Es famosa L’Université Montpellier, concretamente, la Facultad de Medicina, la más antigua en actividad del mundo.
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Foto | Marxchivist