Sol, gente amable, sabor histórico y buena comida. ¿Qué más se puede pedir? Puerto Rico no se acaba en su capital, San Juan. El país entero nos muestra sus encantos a cada paso. Un ejemplo es Ponce, una ciudad donde los lugareños saludan al visitante y se muestran siempre dispuestos a ayudarle. En este lugar de mar y cielo azules, se encuentra la Catedral de Guadalupe, construida en el siglo XIX y vuelta a reconstruir a principios del XX por culpa de los efectos de un terremoto. Hoy luce blanca blanquísima. Justo detrás se encuentra el Antiguo Parque de Bombas, un capricho arquitectónico de rayas rojas y negras que hoy alberga un pequeño museo. Las calles y plazas nos sorprenden con sus edificios de estilo colonial, como la Casa-Alcaldía. Nos podemos sentar en el Parque de las Delicias, junto a la fuente de los leones, o cruzar el Puente de los Leones, que siguen ejemplificando la fuerza de la ciudad. La Cruceta del Vigía es un mirador desde el que contemplar la naturaleza de Ponce en todo su esplendor. No hay que dejar de visitar el Museo de Arte, una colección de arte europeo desde el Renacimiento hasta el siglo XIX de gran reputación a nivel mundial. La ciudad no tiene playas, pero sí Mar Caribe. El día hay que terminarlo en el colorido Paseo Tablado La Guancha, para mirar las olas con una cerveza y algún plato de pescado.
El mismo mar y la misma sensación se experimenta si visitamos la Isla de Vieques, que fue hasta hace una década una base militar norteamericana. Actualmente no hay nada. Es lo bueno. Hace falta ir con un 4×4 y una persona que conozca el lugar. De esa manera, nos llevará por caminos de tierra a playas de ensueño, como la Azul o la Secreta. Por la noche tiene lugar un fenómeno curioso: la bioluminiscencia, por el cual las aguas se iluminan de forma fosforecente debido al efecto químico del plancton y otros organismos vivos. Deja sin palabras.
En Cabo Rojo también se puede soñar. Allí se encuentra uno de los faros más antiguos de Puerto Rico. Para llegar a este paraje natural hay que conducir por una carretera sin asfaltar a través del Refugio Nacional de Vida Silvestre de Cabo Rojo. Una vez allí, y si no nos hemos perdido, habrá que caminar un rato por alguno de los senderos y observar los impresionantes acantilados. Justo debajo queda Playa Sucia. Que nadie le haga caso al nombre, porque es uno de los arenales más limpios, blancos y con agua más templada de todo el país. Un baño y vuelta y vuelta para tomar el sol. Desde el Hotel Copamarina se puede llegar en bote o kayak a la Isla Guilligan, un remanso de paz. El capitán del bote nos dará un paseo por los cayos. Habrá que llevar bocadillos preparados, ya que en esta isla no hay nada. Mejor. ¿Quién necesita algo con este agua turquesa?
Datos útiles:
- Puerto Rico es una isla en el Mar Caribe. Su clima es tropical y las temperaturas varían entre los 19 y los 30 grados.
- La moneda es el dólar estadounidense.
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