El Atlántico trae brisa fresca. Las playas gaditanas, de moda desde hace algunos años, son polivalentes y lo mismo sirven para darse un baño de sol o tomarse un mojito relajante que para practicar surf. El viento de Levante es ese viejo conocido. No hay que temerle, ya que cuando sopla fuerte y la arena se levanta como en tornados, uno puede buscar alternativas. Desde Sanlúcar de Barrameda hasta Tarifa, éste es parte del panorama costero a tiro de piedra del aeropuerto de Jerez. Túmbese en la arena dorada y disfrute de los atardeceres rojizos.
Sanlúcar de Barrameda. La patria chica de la manzanilla brilla con sus fachadas señoriales. El arenal más mítico es Bajo de Guía, donde en julio y agosto se celebran las tradicionales carreras de caballos. Un hipódromo natural. Enfrente uno se deleita con la vista de Guadalquivir, que viene a morir aquí, y las dunas y marismas del Parque Natural de Doñana.
El Puerto de Santa María. Rafael Alberti le lloraba a su mar cuando su padre se lo llevó a vivir a Madrid. Hoy usted puede comprobar la profundidad del lamento del poeta portuense acercándose a la ribera del río Guadalete y a las playas que rodean la ciudad. Las hay familiares y con todo tipo de comodidades, como La Puntilla o Valdelagrana, y otras más salvajes, secretas y con gran importancia natural en los alrededores de la marisma de Los Toruños.
Conil. Es sinónimo de fiesta para muchos. Aún así, se puede aprovechar más el día que la noche. Este pueblo blanco tirando a grande se asoma al Atlántico desde sus 14 kilómetros de litoral. Las playas urbanas, como Los Bateles, son extensas y llenas de vegetación. Hacia el sur, la playa de Castilnovo se une con El Palmar, que ya pertenece al término municipal de Vejer de la Frontera, y donde se aplaude todos los días al ocaso con un mojito en la mano. Pruebe el kitesurf, el deporte de moda. Hacia el norte, comienzan los acantilados. Si el viento se vuelve loco, siempre quedarán las recoletas calas de Roche, donde cada uno, con ropa de baño o sin ella, va a su aire.
Barbate. Uno conduce por la carretera y de repente aparece. La visión del Cabo de Trafalgar, todo arena blanca, es mágica. De hecho, dicen que algunas noches se escuchan los lamentos de los combatientes en las históricas batallas navales que han tenido lugar aquí. Disfrute del ambiente de Los Caños de Meca, lleno de jóvenes, y sus playas, donde hay espacio para todos. En Zahara de los Atunes esperan más olas y tirando a Tarifa emerge la espectacular playa de Los Alemanes junto a un monte verde.
Tarifa. Los aerogeneradores no dejan de dar vueltas. Es el punto de toda la provincia donde hace más viento. Échele la culpa al Estrecho de Gibraltar, donde confluyen las corrientes atlánticas y mediterráneas como en un embudo. Bolonia es una ensenada rodeada de pinares, con una duna enorme donde turistas y locales se tiran haciendo la croqueta y con una ciudad romana llamada Baelo Claudia que se puede visitar. Siguiendo el camino a Tarifa, hay que hacer una parada en Valdevaqueros, tristemente de actualidad porque han aprobado la construcción de una urbanización. Desde el Mirador del Estrecho se ve Marruecos y esos 14 kilómetros le parecen a uno muchos menos. Sienta la fuerza telúrica que sale del suelo.
Foto | shehani
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