El castro y sus atardeceres mágicos

19/09/2012

Los peregrinos y sus ampollas en los pies terminan el camino en Santiago de Compostela, pero podemos invertir el clásico itinerario y convertir a la capital gallega en el inicio de nuestra ruta. Muy cerca de la ciudad, sin alejarse demasiado, se arraciman pueblos que bien merecen una visita. Aquí recomendamos algunos, pero las posibilidades son múltiples. Nuestra excursión comienza en Padrón, la patria chica de los escritores Rosalía de Castro y Camilo José Cela, ambos enterrados en el cementerio de Adina. La casa-museo de la autora de Follas Novas nos muestra su legado justo antes de mimetizarnos con la piedra de edificios como la Colegiata de Santa María de Iria Flavia, el Palacio de Quito o el Monasterio de Herbón. Un paseo por el monte Santiaguiño despierta al estómago y estando en Padrón no nos queda otra que pedir una ración de sus famosos pimientos.

Las delicias gallegas se pueden comprar en el mercadillo dominical de Noia, donde nos esperan casas palaciegas y playas de aires naturales como las de Testal y Boa. Otro arenal recomendable es el de Coira, en Portosín, un pequeño pueblo que nos hará estremecer con las vistas de la Punta Carreiro y la Punta Caveiro. Relájese. Los atardeceres mágicos hay que buscarlos en Porto do Son, donde se ubican las ruinas del Castro de Baroña, de entre los siglos I antes de Cristo y I después de Cristo. Hay quien dice sentir aquí un karma especial. Camine entre los pinos, escuche el sonido bronco del mar, asómese por los acantilados y termine comiendo en el bar Os Castros, bueno, bonito y barato. Los bosques y las rocas también surgen en la Playa de las Furnas, tristemente famosa por ser el lugar donde Ramón Sampedro quedó inválido. Aún no hemos probado el marisco gallego. Un sitio perfecto para catarlo es Rianxo, popular por sus conservas (aproveche para comprar algunas, de pulpos o mejillones) y por su Hórreo de Araño, uno de los más grandes de Galicia. La naturaleza también se despliega cerca de este municipio en la Sierra de A Barbanza, ideal para el senderismo.

Y ahora nos ponemos románticos. El toque refinado de esta ruta lo pone el Pazo de Oca, al que algunos llaman el Versalles gallego, situado a las afueras de La Estrada. Podemos visitar sus jardines e imaginar historias de nobles y enamorados. La última parada de este itinerario en torno a Santiago puede ser Corrubedo, donde la inmensidad nos llenará el alma. Recorra la duna más grande, con más de 20 metros de altura, y las lagunas de Vixán y Carregal, la primera de agua dulce y la segunda, de agua salada. Emociónese con la simplicidad de la naturaleza hecha agua, arena y marismas. Volveremos a nuestra rutina con las pilas más que cargadas.

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Foto | luis-lusco

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