Al otro lado del Mediterráneo, en Tierra Santa, existe una ciudad de contrastes, abierta, cosmopolita y que no se detiene. Se llama Tel Aviv, en ella se proclamó en 1948 el Estado de Israel y hoy es el centro empresarial, financiero y cultural del país. Una urbe bulliciosa y con un gran talante por ponerle al tiempo buena cara. Quien venga de visitar otros enclaves israelíes, como Jerusalén, puede pensar que Tel Aviv vive a su bola, al margen de los conflictos de Oriente Próximo. Puede ser, pero nadie puede negarle su ímpetu. De hecho, en los últimos años se ha convertido en un foco de emprendedores donde los jóvenes lanzan empresas innovadoras, hacen crecer el país y tejen sinergias como en un Silicon Valley.
Ese carácter pionero se remonta a la fundación de la ciudad, en 1909, junto al pueblo de Jaffa, al que acabó merendándose. En los años 30, arquitectos judíos procedentes de Alemania le dieron su configuración actual, repleta de edificios de la escuela de la Bauhaus, lo que en 2003 le valió el título de Patrimonio de la Humanidad. Esta zona de construcciones funcionales engloba el perímetro marcado por la calle Allenby, el río Yarkon, el Bulevar Begin y el mar. Imprescindible pasear por las zonas de Rothschild, Dizengoff (repleta de tiendas exclusivas, por otra parte) y Bialik. No hay que dejar de respirar el aire puro en el Parque Larkon, más grande que el Central Park de Nueva York, y aprender en algunos de sus museos (el de la Tierra de Israel, el de la Diáspora y el de Arte, éste último con obras de Modiglianni, Cézanne o Monet). Los mercados de Carmel, Hatika y Levinsky nos llenan de vida y el de Shuk Betzalael nos da la oportunidad de comprar ropa de segunda mano. Allí verá a muchos jóvenes modernos, al igual que en el Barrio de Neveh Zedek, lleno de callejuelas, encantadoras casitas y sitios de moda.
Jaffa, con 3.000 años de antigüedad, es un remanso de paz. Hay que ver la Torre del Reloj y su mercadillo, la Mezquita de Mamudiya, la fuente de Solimán, el Palacio Mahmud, el anfiteatro romano, la iglesia de San Pedro y la Plaza Kedumin. Lo cristiano, lo judío y lo musulmán se dan la mano en sus callejas y plazas de piedra. Abajo está el encantador puerto pesquero, pero hay mar (y playas de arenas doradas) más allá. Una buena idea es acercarse a Banana Beach. Luego habrá que mezclarse con los lugareños bajo los rascacielos y en los bares y restaurantes del paseo marítimo. Allí probará humus, cuscús, falafel y la comida internacional que le apetezca. En Yael Harutzim la noche es joven de la mano de los dj’s. La marcha de Tel Aviv es vibrante y divertidísima, pero por muy tarde que se acueste, al día siguiente se tendrá que levantar temprano para estar a la altura de esta urbe que nunca se cansa.
Datos útiles:
- Tel Aviv tiene algo más de 400.000 habitantes.
- Su clima es mediterráneo, con veranos calurosos e inviernos agradables pero húmedos.
- La moneda de Israel es el Nuevo Shékel.
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Foto | ZeHawk
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