Uno no puede más (ni menos) que ser feliz en la sonrisa de África. Éste es el apelativo que recibe Senegal, un país que los viajeros alaban por su hospitalidad o taranga, en lengua wolof. Fuera de esa urbe apasionante que es Dakar, la naturaleza surge por todos lados. Por ejemplo, a 20 minutos en ferry desde la capital, en la Isla de Gorée, donde la alegría se contagia a pesar del pasado oscuro que esconde. Esta tierra rodeada de mar fue el centro de comercio de esclavos más importante de las costas africanas entre los siglos XV y XIX.
Hasta aquí llegaron portugueses, holandeses, ingleses y franceses. Hoy es Patrimonio de la Humanidad y las fachadas de colores se suceden con sus elegantes balcones de hierro forjado. En la Casa de los Esclavos, situada en una antigua prisión donde se hacinaban los africanos que los europeos mandaban a América para trabajar en durísimas condiciones, existe un silencio contenido. En el Museo Histórico aprenderemos sobre la Prehistoria del continente y en el Museo del Mar contemplaremos animales marinos disecados. El resto del pueblo no tiene desperdicio: la Plaza del Gobierno, el viejo ayuntamiento y los fuertes de San Francisco y San Miguel. Aquí y allí verá cañones y unas playas donde meditar. No debe olvidar comprar artesanía y comerse un pescado con arroz en alguno de sus restaurantes.
Otra isla, la de Fadiouth, surge a 114 kilómetros de Dakar. Es más conocida como la Isla de las Conchas, por la cantidad de caparazones de moluscos que atesora. Incluso las casas están recubiertas de ellas. Aunque es un lugar muy turístico, merece la pena por su naturaleza y su puente de madera, por los baobabs y tamarindos, por los manglares y la amabilidad de sus 5000 habitantes. Por la noche se lo pasará en grande con las danzas y cantos típicos. Menos jarana escuchará en el Parque Natural de Dindefelo, a tres horas en todoterreno desde la ciudad de Kedougou. Sus 13.000 hectáreas, con dos campamentos para dormir que además organizan excursiones, le maravillarán con sus bosques y su población de chimpancés. La sorpresa viene después de un rato caminando: unas estupendas cascadas con un lago limpísimo, fresquísimo, donde los peces nadan contentos.
Para continuar con los paisajes, otra buena visita en Senegal es el Parque Niokolo Koba, en el sureste del país, a 480 kilómetros de Dakar. Es el único parque del país donde existen grandes mamíferos como leones, búfalos, elefantes, leopardos, hipopótamos y los curiosos elands gigantes, especie de antílopes. Es ver con nuestros propios ojos las imágenes que tantas veces hemos visto en películas y documentales. Pero hay más: en sus 80.000 hectáreas viven también más de 350 tipos de aves. Las rutas se pueden realizar a pie, en canoa o en 4×4 y en la zona hay hoteles y campings. Sienta la llamada de la sabana.
Datos útiles:
- Senegal es un país seguro en general. En Dakar hay que tener cuidado con los carteristas.
- La moneda es el franco CFA (XOF).
- El idioma oficial es el francés. También más de 10 lenguas africanas, aunque la más extendida es el wolof.
- Los viajeros deben vacunarse contra la fiebre amarilla y seguir un tratamiento antipaludismo.
- A la hora de desplazarse de un lugar a otro del país, hay que tener paciencia, ya que muchas carreteras no están asfaltadas.
- Iberia ofrece vuelos directos a Dakar. Los mejores precios los encontrará en www.iberia.com marcando “soy flexible en fechas“. Para estar al día, le recomendamos las alertas BIP
Foto | Sabar-Elina
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