Viaje para aventureros. En el sur de Senegal, más allá de Gambia, más acá de Guinea Bissau, existe una región fértil, de frescura tropical, playas paradisíacas y colores vivos. Se llama Casamance, como el río que la baña, y su ubicación entre países, un tanto aislada del resto de Senegal, la convierte en un secreto turístico. Hasta allí llegaremos desde Dakar a través de un barco o vía terrestre después de atravesar Gambia y una travesía fluvial de 15 minutos.
Encontrará una tierra que ha luchado por independizarse de Senegal y donde viven los diolas, etnia animista y cristiana. En Casamance nos asombrará la abundancia de agua y frutos, los manglares, los bosques de palmeras, los prados, los cocodrilos y búfalos, las aves que pespuntean el cielo… Disfrute de todo eso en el Parque Natural de la Baja Casamance, a dos pasos de Ziguinchor, capital de la zona. Fundada por los portugueses en el siglo XV, de esta urbe merece la pena visitar el Mercado de Saint Maur-des- Fosses, el centro artesanal (con ropa, cerámicas, esculturas, máscaras, cuadros) y la Isla de los Pájaros, donde además de avistar aves se pueden observar delfines que nadan con ritmo.
Saliendo un poco de Ziguinchor, nos encontramos con una naturaleza acogedora donde emerge un rosario de aldeas habitadas por gente simpatiquísima. Algunas de ellas son Baila y Abene, donde puede que nos reciban con bailes y donde crecen los ceibas, emblemáticos y sagrados árboles. Ambas disponen de campamentos para alojarse y en ésta última, además, se pueden alquilar bicis y piraguas. Otras son Enampor y Affiniam, con casas circulares con impluvium, como los romanos, para recoger el agua de lluvia. Resulta curioso comprobar cómo en algunos de esos pueblos a veces las monedas son sustituidas por conchas. Tras maravillarnos con campos de arrozales, graciosísimos monos y arroyos que brotan de la nada, surgen las playas. Son de postal: barcas de pescadores, palmeras al filo del mar y arena dorada. Una buena muestra se encuentra en el Cabo Skirring, dentro de un parque natural, un lugar donde también aparecen tiendas y restaurantes que nos vuelven a recordar que vivimos en un mundo global. Escápese a las playas de Djembering y Bouyouye, custodiadas por la naturaleza más salvaje.
El río Casamance también esconde un dédalo de pequeñas islas. Una de las más famosas es la de Karabane, con restos de edificios coloniales como la catedral bretona. Allí podrá practicar deportes de agua y comer fruta fresca y orgánica. A la Isla de Ehidj se llega en piragua desde el pueblo de Elinkine y en ella tendremos que probar un pescado a la brasa recién salido del mar. Garzas y flamencos crean sombras chinescas en el atardecer inmovilizado del delta del Sine Saloum, un fin de fiesta para esta aventura africana.
Datos útiles:
Senegal es un país seguro en general. La moneda es el franco CFA (XOF). El idioma oficial es el francés, aunque existan más de 10 lenguas africanas que son habladas entre la población. Los viajeros deben vacunarse contra la fiebre amarilla y seguir un tratamiento antipaludismo. A la hora de desplazarse de un lugar a otro hay que tener paciencia, ya que muchas carreteras no están asfaltadas y los medios de transporte son antiguos. Iberia ofrece vuelos directos a Dakar. Los mejores precios los encontrará en www.iberia.com marcando “soy flexible en fechas“. Para estar al día, le recomendamos las alertas BIP
Foto | cigronetpetit
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