Los pueblos blancos son para el invierno. Cuando llega el frío y el campo se vuelve verde, la Sierra de Grazalema, a media hora de Jerez, se llena de senderistas. En esta Reserva de la Biosfera, que casi se junta con el Parque de los Alcornocales, se arraciman un conjunto de pueblos encalados, con geranios en las ventanas y callejuelas de fuerte herencia andalusí. Arcos de la Frontera, un pueblo señorial y grande en lo alto de un acantilado, es la puerta de entrada a la sierra. A partir de ahí, abra bien los ojos: pruebe los espárragos de Alcalá del Valle, visite los yacimientos neolíticos de Algodonales, pasee por el florido Barrio Nazarí de Benaocaz, observe aves en el Embalse de Bornos, acérquese al Jardín Botánico de El Bosque, vea cómo se elaboran las típicas gaitas de El Gastor, aprenda con los restos ibero-romanos de Espera, compre mantas en Grazalema y artículos de piel en Ubrique, suba al castillo de Olvera y tome fotos de las casas excavadas en las rocas de Setenil de las Bodegas.
Las montañas se elevan y surgen cuevas, grutas, simas y los famosos pinsapos, una especie de abetos que en Europa sólo existen en esta zona. El agua cae del cielo (aunque muchos no lo crean, este lugar de Cádiz es el que registra más lluvias de toda España) pero también brota de la tierra en forma de cascadas y arroyos, para alegría de los caminantes. Una de las rutas más populares es la Vía Verde, un antiguo trazado ferroviario con 35 kilómetros transitables. Por el camino usted se encontrará buitres leonados y podrá sentirse como ellos practicando ala delta y parapente en zonas de vuelo libre como el Puerto de las Palomas o la Sierra de Líjar. Hay deportes para todos, como el barranquismo y el descenso de cañones en la Garganta Verde o la espeleología en las simas del Cacao y de los Republicanos. E incluso vela y piragüismo en el Embalse de Guadalcacín II. Uno no puede irse de la Sierra de Grazalema sin hacer algo de deporte.
Como tampoco se puede ir sin darse un homenaje. Las comidas pueden durar horas. Uno se sienta en una venta típica y las horas pasan. Normal con esos platos de caza, como faisán, venado, corzo, perdiz o conejo. Y sin olvidar el queso de cabra payoya, autóctona de esta sierra y única en el mundo, o el lomo en manteca. Los pestiños, piñonates y roscos de huevo completan el festín. Y no se preocupe por las calorías, que ya ha quemado unas cuantas recorriendo el monte.
Datos útiles:
- La Sierra de Grazalema goza de veranos calurosos e inviernos templados. Eso sí, tiene un microclima que se caracteriza por su alto índice de pluviosidad, el mayor de España.
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Foto | oscardodo
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