Alberto Durero supo de su vocación de artista desde joven. Puede que su entorno familiar propiciará esa temprana vocación. Nacido en Núremberg, la profesión de orfebre de su padre hacía que en su casa se respirase lo artístico en todo momento. Esta situación personal, unida a sus viajes de juventud, hacen que Durero empiece a desenvolverse como artista.
Ahora y hasta el próximo 5 de mayo, la Biblioteca Nacional de España, rinde homenaje al alemán con una exposición en la que se recorre la evolución artística de Durero, así como de algunos de sus contemporáneos. La exposición está compuesta por obras pertenecientes en su totalidad a los fondos de la Biblioteca Nacional, convirtiéndola en una de las colecciones más importantes del mundo, tan solo por detrás del British Museum, de la Biblioteca Nacional de Francia o de los archivos de Berlín y Núremberg.
Está dividida en diferentes secciones:
- la sección de los grabados alemanes durante la época de Durero (destacar que el apogeo del grabado alemán fue dado gracias a Maximiliano I de Habsburgo, quien encontró en el grabado a su gran aliado para extender su Imperio).
- la sección con las primeras obras de Alberto Durero, su etapa de aprendizaje y su tránsito del Gótico al Renacimiento, siendo muchas de estas obras trabajos encargados por Maximiliano I.
- la sección con las obras del pintor alemán centradas en la belleza, en las formas femeninas y equinas, en estampas religiosas y en temas relacionados con el amor y la muerte.
- la sección que cuenta con aguafuertes, retratos e imágenes de los apóstoles.
La guinda de la exposición la pone su famoso grabado «El Rinoceronte». Perfectamente ejecutado, pese a que el propio Durero jamás había visto con sus propios ojos un paquidermo, pues procedían de la India y aún no habían llegado a tierras europeas…
Foto | Max Braun