Magia natural en Guatemala

20/05/2013

Guatemala, un pequeño país en medio de Centroamérica, esconde tesoros naturales que uno ni se imagina. Si usted quiere disfrutar de la naturaleza y que ésta le llene el alma con un soplo de magia, no lo dude. Guate, como llaman a su país los lugareños, combina lo mejor del Caribe y de las selvas tropicales. Huya de su ciudad y del estrés. Aquí proponemos cuatro paradas de las muchas que existen. Volverá siendo otra persona.

  • Playa Blanca de Izabal. Es el Caribe auténtico pero sin pulserita. Pase de las aglomeraciones de mastodónticos complejos hoteleros y acérquese a disfrutar de la paz de Playa Blanca. Lo mejor es visitar Livingston y disfrutar de su juerga nocturna para, al día siguiente, tomar una lancha y llegar a Playa Blanca. Imagine: palmeras, 600 metros de arena, agua cristalina. Ideal para ir con una persona especial. Aquí no hay nada que hacer, más que amarse, bañarse y estremecerse con las vistas. No hay restaurantes ni hoteles, pero sí un rancho donde se vende coco y agua. Un viaje a este lugar debería de estar recetado por el médico de cabecera.
  • Volcán de Pacaya. Se siente el calor de la lava y la fuerza de la madre tierra. Éste es el complejo volcánico más activo de Centroamérica y uno de los tres que cuenta con actividad en Guatemala. Lo mejor es que se ubica a tan sólo 48 kilómetros de la capital del país. Ya desde el siglo XVI existen referencias de erupciones plasmadas en crónicas y pinturas. Mientras subimos la ladera, pisamos ceniza y vemos el humo que expulsa el volcán, que se erige a 2500 metros sobre el nivel del mar. Las 1.800 hectáreas de parque dan para mucho: subir algún tramo en mula, maravillarse con la Laguna de Calderas y quedarse extasiado con las vistas de otros volcanes cercanos, como los de Agua, Acatenango y Fuego. Todo forma parte de una experiencia un tanto extraña pero muy especial.
  • Laguna de Lachuá. En mitad de una selva tropical de 14.500 hectáreas surge esta balsa de agua cristalina habitada por indígenas. Los amaneceres son de lo más sorprendente: nos despiertan los gritos de los monos. Merece la pena calzarse unas buenas botas de trekking y caminar por esta naturaleza explosiva, salpicada de estratégicos miradores desde donde se puede contemplar la niebla que a veces le da un toque misterioso. Este parque de la Laguna de Lachuá incluye un campamento donde dormir, comer y ducharse, con zonas de barbacoa y picnic. Uno de los momentos más prodigiosos viene cuando uno se baña en las aguas de la laguna y los peces, que no están acostumbrados a la agresión humana, dan bocados a nuestros lunares y pecas porque creen que son comestibles. El día termina con un atardecer como pocos en el mundo.
  • Semuc Champey. Vayamos preparando el cuerpo: su nombre significa “agua sagrada que se esconde en la piedra”. Con esta explicación tan sugerente, un viaje a Semuc Champey no puede salir mal. Situado entre la capital de Guatemala y las ruinas de Tikal, este espacio natural se compone de varios lagos (pozas, los llaman los guatemaltecos) con aguas de color turquesa y una profundidad entre uno y cuatro metros. Dan alegría las más de 100 especies de aves, las 34 de mamíferos, las 25 de reptiles y las 10 de peces. Un zoo natural. La diversión llega cuando descubrimos las cascadas y los toboganes naturales en medio de los bosques verdes. Adrenalina a raudales.

Datos útiles:

  • La temperatura varía de los 15 a los 22 grados. La mejor época para visitar Guatemala es durante la estación seca, de noviembre a mayo.
  • La moneda es el quetzal.
  • Iberia ofrece vuelos a Guatemala desde Madrid con una frecuencia de hasta 4 vuelos cada semana (lunes, martes, jueves y sábados) y cómodas conexiones desde el resto de la red.

Foto | [nelo]

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