Hoy traemos el relato de una pasajera, Inma Ortuño, que comparte con nosotros para nuestra sección #ExperienciasViajeras. Nosotros nos preguntamos: “¿Cuántas ilusiones caben en una maleta?”.
El Amor por los Aires
No sé si el amor mueve montañas, pero hélices…, muchas.
El amor, ese es mi destino tras las mágicas y esperanzadoras palabras de los profesionales aéreos, “Buen vuelo”.
Cuando lo conocí me embaucó su mirada y su sonrisa pícara, pero nos separaban muchos kilómetros; me derritió su pasión por los caballos pero seguía entrometiéndose la distancia.
Qué fácil sería poder hacer un pequeño pliegue en el mapa para aproximarnos, pero lejos de esa idea, el enamoramiento me impulsó a aprender a dejar en tierra eso que nos caracteriza tanto a las mujeres, los “por si acaso”. Es una preocupación que tenemos y se acrecienta con las restricciones de peso. Por este motivo y otros cuantos, Iberia no ha dejado de ser mi ojito derecho durante el crecimiento de este amartelamiento convertido ya en amor.
Qué sentimientos tan distintos son los que se sienten en el frenético y automatizado control de seguridad cuando regresas y dejas atrás esos momentos y vivencias irrepetibles que te saben siempre a poco, muy poco. En mi último viaje rumbo al paraíso, conocí a una persona con una situación similar a la mía, solo que ella iba a conocer a su “ciberchico”. Tras nuestra larga conversación sopesando los pros y los contras de una relación a distancia, curiosamente recurrimos a escasos metros del suelo y prácticamente al unísono, a los retoques femeninos. Nos miramos y sonriéndonos coincidimos en lo bonita que es la ilusión del reencuentro, pero sobre todo, mantenerla.
¿Cuántas ilusiones caben en una maleta? Por mi experiencia viajera puedo asegurar que innumerables. No hay que perder tiempo y volar para hacerlas realidad.
Inma Ortuño Ballester
Foto | mahatsorri