Si por #ciudadescreativas entendemos aquellas que estimulan nuestros sentidos entonces, definitivamente, Santiago de Compostela a muchos nos pone.
Por los pelos no puede ser slow city. Estamos ante una ciudad de apenas 95.000 habitantes, pequeña, manejable y muy fácil de recorrer a pie. Un destino que, si cerramos los ojos, a la mayoría nos hará evocar una mezcla de elegancia, sobriedad, peregrinación y religión, toda ella salpicada por las gotas de lluvia y la esencia que se desprende al danzar el Botafumeiro. Recordemos que tal objeto palpita en el que es corazón indiscutible de Compostela y símbolo por excelencia de su atractivo: su majestuosa catedral. ¿Quién no se ha dirigido al centro de la plaza que yace a sus pies, se ha tumbado en el suelo de espaldas al monumento, ha girado la cabeza y se ha dejado maravillar por la perspectiva invertida de la fachada del Obradoiro, que parece estar a punto de caer sobre uno? Quien no lo haya hecho una vez en la vida, ¿a qué espera?
A parte de su envidiable patrimonio, Santiago alberga muchos otros placeres. Encantos que sus ciudadanos disfrutan lejos de las abarrotadas plazas que rodean la celebérrima basílica y que nos cuentan al oído a modo de confidencia, susurrando dos palabras: parques y murallas. Dos cosas originales y poco conocidas que podremos hacer en la ciudad.
Nos esperan sus omnipresentes parques, curiosamente olvidados por los turistas. Algunos frecuentan el Paseo de la Herradura, con magníficas vistas sobre la zona monumental y la Alameda, con el encanto decadente de los paseos burgueses y las calles divididas por clases sociales (algo así como el lugar donde ver y ser visto versión siglo XIX). Sin embargo, son muchas otras las zonas verdes, como Belvís o el paseo del Sarela, que merecen la pena…¡y mucho! Un dato curioso: todos los parques de Santiago de Compostela están interconectados de alguna manera, lo que invita a dar largos paseos sin abandonar senda verde. Se puede merendar o simplemente disfrutar de las vistas. Para más señas, ¡pasen y vean!
También nos aguardan los vestigios de la Muralla de Santiago de Compostela que, aunque son pocos, explican el potente pasado de la ciudad. Para abrir boca, las fotos, dibujos, información escrita y vídeos de su recién estrenada web serán de gran ayuda. Un tema novedoso y que no mucha gente conoce.
Dejemos de lado el apabullante patrimonio de Compostela para respirar en estado puro su estilo de vida más creativo. Toca acercarnos a sus galerías de arte, festivales de cine, fundaciones, museos…a esos rincones de Santiago donde se habla el lenguaje de las expresiones artísticas, ya sea en forma de séptimo arte, gastronomía o cultura en general. ¿Desvelamos ya algunos de sus secretos mejor guardados?
En la capital de Galicia abundan los locales con personalidad propia. Un ejemplo es el restaurante café/bar La Flor (Casas Reais, 25), punto de encuentro de toda la beautiful people del audiovisual que llega a la ciudad y auténtico imán para famosos. Si la buscamos, la ocasión perfecta para visitarlo es el festival gafapasta por excelencia de la ciudad: Cineuropa. Desde el año 1988 Compostela celebra esta peculiar cita cinéfila, probablemente el certamen de mayor duración temporal y en el que durante todo el mes de noviembre se pasa revista al cine destacado de la temporada (véanse los premios de Cannes, Berlín, Venecia o San Sebastián, así como el pequeño cine alternativo).
¿Queremos chuparnos los dedos? Santiago de Compostela atesora una de las tartas de chocolate más ricas del mundo mundial: la del Airas Nunes (O Vilar, 17), una cafetería con solera a pocos metros de la Catedral. ¡Qué placer para el paladar!
Y para algo muy especial, Hervor y Fervor (Praciña das Penas, s/n). Un local con música especial, cócteles especiales y pinchos especiales, ¡todo pensado para disfrutar!
¿Y si llueve? Pues nos refugiaremos en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo (C/Ramón Del Valle-inclan s/n), un museo diseñado por el arquitecto portugués Álvaro Siza y que alberga exposiciones de autores de prestigio internacional. Un último ejemplo que ilustra que, con un poco de inventiva y ganas, Santiago de Compostela se revela como una ciudad de lo más creativa. ¿Cuándo vamos a dejarnos seducir?
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