Hacer senderismo, contemplar un atardecer mágico, charlar con los lugareños, sentirse como en un pueblo perdido… Todo esto se puede hacer en Río de Janeiro, en un barrio pequeñito donde la megalópolis se olvida hasta de sí misma. La zona en cuestión se llama Urca y está a tiro de piedra del centro de la ciudad, donde abundan las prisas. En Urca, sin embargo, impera un ambiente residencial, bohemio y elegante. Relax total. Ubicado entre el Atlántico y la Bahía de Guanabara, está de moda por su lifestyle agro-urbanita, protegido por el famoso Pan de Azúcar y su Cristo Redentor.
Urca es casi un secreto turístico. A ello ha contribuido su emplazamiento, ya que sólo se puede acceder por la Avenida Pasteur, que luego se convierte en Avenida de Portugal. Y es entonces cuando se nos va iluminando el alma al contemplar estampas como la iglesia de Nuestra Señora de Brasil, que data de 1934. En realidad casi todo el barrio se construyó en el siglo pasado, aunque bien es verdad que la zona más antigua, la del Forte de Sao Joao, constituye el origen de la ciudad, que se fundó en 1565. Después del templo, divisaremos la playa y detrás, el antiguo casino, cuyo estado de conservación deja mucho que desear. No importa. Aquí hemos venido a pasear y disfrutar de sus placitas, jardines y casonas de estilos eclécticos. Quizás nos encontremos con el cantante Roberto Carlos, que se ponía romántico a finales de los 70 con El gato que está triste y azul, y que ahora vive en el barrio.
La mureta, que es el pretil que da al mar, es donde todos vienen a ver y ser vistos. Podemos ver pescadores con cañas, artistas que venden sus obras y chavales que se envalentonan para tirarse desde lo alto y darse un chapuzón. Completan la estampa, sin ánimo de lucha, las barcas de los marineros y los yates de los ricos. Para descansar, nada mejor que tomarse una caipirinha y picar algo de comida auténticamente brasileña en la Garota de Urca (filial de la famosa Garota de Ipanema, en la Avenida João Luiz Alves, 56) y el bar/restaurante Urca, pequeñito pero acogedor (en CândidoGaffrée, 205). Por la tarde podemos planear una caminata desde la Praia Vermelha hasta el Morro de Urca, hermano menor del Pan de Azúcar y primera parada del teleférico (si quiere hacer el recorrido completo en este medio de transporte singular, el inicio se encuentra al final de la Avenida Pasteur). Si nos animamos a subirlo, disfrutaremos durante una hora de un agradable paseo a pie por un sendero que discurre entre vegetación abundante. Antes del ocaso tendremos que volver al mismo punto. Vamos, rápido. La Praia Vermelha nos sobrecogerá a la hora en que el sol se esconde y pinta su arena de rojo vibrante. Detrás de nosotros está, sin pestañear, la escultura de Chopin. Tan místico es el momento que probablemente nosotros también nos quedemos de piedra.
Datos útiles:
- Río de Janeiro tiene 6 millones de habitantes y 11 millones con su área metropolitana.
- Su clima es tropical atlántico, con veranos cálidos (pueden registrarse más de 35 grados) e inviernos suaves (una media de 22).
- La moneda es el real brasileño.
- Iberia ofrece vuelos a Río de Janeiro directos desde Madrid (salvo los lunes), desde donde además conecta con otras ciudades del país.
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