Decía la escritora y viajera Edith Wharton que viajar a Marruecos es “como pasar las páginas de un iluminado manuscrito persa adornado con formas brillantes y sutiles líneas”. Marrakech sería sólo unas cuantas páginas de ese manuscrito. ¡Pero qué páginas! Sin duda, de las más importantes y más bellamente decoradas. No obstante, es junto a Mequinez, Fez y Rabat, una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos.
Llegar a Marrakech es hacerlo a un lugar donde el tiempo no existe; el pasado se confunde con el presente en un futuro constante, toda llena de movimiento, en un aparente caos difícil de comprender, donde confluyen todos los olores y colores de la vida. Para amarla hay que dejar llevarse como con un amante experto.
Lugares donde amar Marrakech
La Medina
La ciudad vieja, amurallada y defendida por bastiones de tierra rojiza fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. ¿La razón? El laberinto de calles, por donde uno no se orienta, por donde hay que perderse una y otra vez, llenas de comercio, de quehaceres, picaresca y niños que se ofrecen a guiarte; los mercados que te vas a ir encontrando, el famoso zoco de Marrakech es un mercado infinito, desordenado y efervescente donde encontrar artesanía, pieles o especias; mezquitas que llaman al rezo, o, el Mellah, el antiguo barrio judío de la ciudad con su sinagoga y cementerio.
Plaza Jemaa el Fna
El corazón de la Medina: todo un ecosistema de Marrakech donde encontrar curanderos, magos, contadores de cuentos, encantadores de serpiente, tatuadoras de heno y los famosos aguadores. Sin duda, entrar en la bulliciosa plaza es una experiencia de otro mundo.
A media tarde, justo al atardecer, hay que encontrar sitio en alguna de las terrazas panorámicas que la circundan, la más famosa y mejor situada, Café de France; entonces uno puede disfrutar del espectáculo desde la altura. La plaza se va llenando de puestos ambulantes de comida, el humo empieza a flotar en el ambiente cargado de especias, se encienden las luces. Y, mientras el eco de los muecines que llaman al rezo llega de todos los rincones de la ciudad, el crepúsculo hace acto de presencia coloreando de rojo Marrakech.
Mezquitas y madrazas
Marrakech es una ciudad que permite al turista acercarse a la religión musulmana sin ningún tipo de prejuicio. La religión domina gran parte de lo que sucede en la ciudad durante el día, los recordatorios por megafonía, desde las cinco de la mañana con la primera llamada a la oración, estructuran el tiempo; de igual modo, lo más destacado en arquitectura tiene que ver con la religión.
En Marrakech no encontrarás grandes monumentos; pero sí dos imprescindibles: La Mezquita Koutoubia y la Madraza de Ali Ben Youssef. Quizá la silueta de la Koutoubia sea la más representativa de Marrakech; y si te resulta familiar no es nada extraño, su alminar fue el modelo para la famosa Giralda de Sevilla. Tendrás espléndidas vistas de ella desde los jardines próximos.
Una de las sorpresas más destacables de la Medina es la Madraza de Ali Ben Youssef. Hoy en día se puede visitar este edificio de la que fue antigua escuela coránica, todo un ejemplo de belleza arquitectónica de Marruecos. Madera de cedro trabajada, hórror vacui en estucos y azulejos de colores, celosías que resguardan las antiguas habitaciones de los estudiantes del calor. El patio central, o de las ablaciones, con su alberca reflejando el edificio es una joya para los sentidos.
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