Para muchos, Dublín es una bocanada de aire fresco, una dosis de simpatía, de buen carácter y de bienvenida. Cualquiera puede ser el prescriptor en esa tierra de personas cálidas, ya sea el taxista que nos transporta parlanchín desde el aeropuerto o la chica amigable que nos sirve una pinta nocturna de cerveza negra en la concurrida zona de marcha de Temple Bar. Esa calidez y ese savoir faire a la hora de exprimir la diversión de la vida, ese pensar en clave de comedia, es lo que sirve de imán para animarnos a volar a la capital de la República de Irlanda. Todos van a asegurarse de regalarnos una sonrisa.
Los dublineses celebran cada año y por todo lo alto el Festival de San Patricio, pues así conmemoran el día del Patrón de Irlanda. Del 14 al 17 de marzo de 2014 la ciudad fundada por los vikingos se teñirá de verde y de celebración. Pero, ¿qué pasará el resto del año?
Pues que hay más, sí. Porque Dublín sabe ponerse seria cuando toca y por eso logró ganarse la confianza de la UNESCO en 2010 cuando, sin pestañear, la nombró ciudad mundial de la literatura. Porqués no le faltan. Es un destino donde el arte y las letras juegan un papel fundamental. A los dublineses les encanta hablar y les encanta escribir, ¿los leemos juntos?
Prólogo. Creatividad y escritores con talento son sinónimos de Dublín. Con una historia literaria reconocida mundialmente, ha dado luz a prestigiosas figuras literarias, entre ellas cuatro laureadas con el Nobel: William Butler Yeats, George Bernard Shaw, Samuel Beckett y Seamus Heaney. Otros escritores notables son Oscar Wilde, Jonathan Swift o Bram Stoker (sí, el de Dracula). La ciudad, sin embargo, es discutiblemente más famosa por ser el escenario de muchas obras de James Joyce.
El 23 de abril, pasada la resaca de San Patricio, se celebrará el Día Internacional del Libro. Esta cita nos sirve de excusa para plantearnos un recorrido diferente por Dublín, con la literatura como personaje protagonista.
Capítulo 1. La ciudad tiene festivales literarios alucinantes para cada estación del año. Sin embargo, el día más literario de Dublín es el conocido como la fiesta de Bloomsday. Y todo por culpa de Ulises, posiblemente la mejor novela de la historia de la literatura. Esa obra de James Joyce, compleja y fascinante, sucede en Dublín y gira en torno a ella. Precisamente, cada 16 de junio todos los años la ciudad rinde tributo al novelista (en honor a su personaje, Leopold Bloom), en el que los Joyceanos se ponen ropa eduardiana y se reúnen para dedicarse a la vida bohemia. La jornada empieza con energía en el James Joyce Cultural Centre (35 North Great George’s Street), donde ese día se sirve un desayuno especial: salchichas, bacón, judías y black and white puding con tostadas. A partir de ahí, la trama de la jornada se desarrolla como sacada por arte de magia de las páginas del celebre autor. Todo muy lírico y único.
Capítulo 2. La ciudad está repleta de bibliotecas con encanto y es sede de lo museos más importantes de Irlanda, tales como el National Print Museum of Ireland y la Biblioteca Nacional. Del apartado de bibliotecas, leamos solo dos párrafos:
La Biblioteca Chester Beatty, junto al Castillo de Dublín. A pesar de su nombre, no es sólo una biblioteca, sino que también es un museo que acoge diferentes tesoros artísticos pertenecientes a las grandes culturas y religiones del mundo. Fue elegido el mejor de Europa en 2002.
La Biblioteca Marsh, situada en St. Patrick´s Close. Cuenta con un jugoso pedigree: es la biblioteca pública más antigua de Irlanda, fundada en 1701. Intacta durante tres siglos, recorrer con la mirada sus más de 25.000 ejemplares de los siglos XVI, XVII y XVIII es una auténtica delicia.
Sin embargo, el auténtico lugar de culto para los amantes de la literatura es el Trinity College, la universidad más prestigiosa de Irlanda. El argumento para la visita es un particular objeto de deseo expuesto permanentemente en su biblioteca: el Libro de Kells, un exquisito manuscrito iluminado de incalculable valor histórico y artístico realizado por monjes celtas (año 800 d.C.).
Capítulo 3. Tras la visita a una de las mayores atracciones turísticas de Dublín (¿quién dice que no existe el turismo literario?), si queremos sacudirnos tanta excelencia y acabar la tarde con alguna actividad más frívola, frente a la entrada de la universidad nos espera la comercial Grafton Street, que suena a lo que es: un paraíso de las compras. Y como no sólo los grandes escritores bebían té (el irlandés medio bebe cuatro tazas al día), tras las compras toca una parada en locales como The Cake Café (The Daintree Building, Pleasants Place). Pura poesía.
Capítulo 4. Hablando de equilibrio entre elegancia y diversión. Hacer una ruta por los pubs literarios de Dublín es posible. Arranca a las 19.30h en The Duke Pub, Duke Street y la idea principal de esta actividad literaria (ganadora de un premio) no es otra que protagonizar un entretenido viaje por todos los pubs y locales donde los grandes de la literatura dejaron su huella, tales como el Neary’s, McDaid’s, The Old Stand y The Palace Bar.
Y llega el desenlace. Con el libro apropiado, se puede saborear Dublín antes de llegar. Dublineses de James Joyce puede ser una buena elección, aunque nada podrá sustituir una visita real a las calles más literarias de la capital de Irlanda. Sólo así podremos narrar su escena multicultural y cosmopolita, tan brutal y desconocida.
document.currentScript.parentNode.insertBefore(s, document.currentScript);