Año 1620. Infanta Isabel Clara Eugenia, gobernadora de los Países Bajos españoles encarga al artista flamenco Pedro Pablo Rubens una serie de veinte tapices destinados a adornar las paredes del Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid.
Año 2014. José de la Fuente, restaurador del Museo del Prado, se encarga de poner a punto 6 de esos tapices para una exposición que está a punto de terminar en las salas del Museo.
Hagamos memoria. Isabel Clara Eugenia solía apoyarse en Rubens para tomar decisiones políticas y diplomáticas. Era uno de sus consejeros. Pero también uno de sus artistas más preciados. Y así, le encarga un conjunto de tapices pintados sobre tabla que rindieran homenaje a su ferviente catolicismo, a la vez que adornarían el Monasterio de las Descalzas Reales. El resultado fue El triunfo de la Eucaristía. Para la Infanta supuso una de las operaciones de mecenazgo más importantes de su vida. Y para Rubens, una de sus obras más caras y fastuosas, ejecutadas con una precisión y calidad técnicas inmejorables… Vamos, una pieza clave dentro de su repertorio de obras pertenecientes a su madurez artística.
Volvamos al presente. En este caso, tan importante como el pasado. ¿El motivo? El valiosísimo y delicado trabajo de restauración que El Prado ha llevado a cabo durante tres años, restaurando 6 de esas tablas pintadas por el flamenco. Con José de la Fuente a la cabeza -uno de los pocos restauradores en el mundo especializados en este tipo de trabajos- se ha conseguido un trabajo de diez. De la Fuente ha estado apoyado en todo momento por restauradores de la National Gallery de Londres, el Museo Getty de Los Ángeles y el Kunsthistorisches de Viena, además de haber recibido ayuda de becarios europeos y estadounidenses. Además del propio trabajo de restauración, se ha llevado a cabo un trabajo de reinterpretación: los tapices se habían interpretado como piezas individuales y no como un todo. Ahora, se ha enmendado también el error interpretativo.
Foto | borkur.net
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