Adivina, adivinanza: ¿cuál es la ciudad en la que cada año se pasean un oso dorado y uno plateado?
Efectivamente, pongamos que hablamos de cine y que hablamos de Berlín.
Proponerse lanzar apuntes sobre una de las ciudades más visitadas de Europa intimida mucho. Su atractivo es tan imponente, destila tanto rollo y tanto estilo, que uno no sabe ni por dónde empezar a deshilvanarlo. A pesar de su duro pasado, la capital de Alemania nos sorprende con su talante de anfitriona fácil y diálogo fluido, un torrente histórico y cultural por el que uno podría navegar indefinidamente. Condensar en un texto limitado la sinopsis de una ciudad tan fascinante y tan de cine, es un RETO con mayúsculas. Así es Berlín… Un destino que engancha y que, tras esas modernas gafas de pasta, ese aspecto jovial y ese espíritu moderno, esconde la mirada madura del que ha vivido mucho, de una historia de encuentros y desencuentros, de un pretérito revuelto de muros y separaciones reconvertidas en un presente perfecto, un ahora en constante cambio en el que todo es posible y en el que aun queda, en todos los sentidos, mucho por (re)construir.
Perderse un destino así sería un crimen, ¿no? El cine, que de retratar lugares con encanto sabe mucho, nos lo recuerda siempre que puede. Imposible pensar en Berlín sin visualizar dos grandes películas: ‘Malditos Bastardos’ (2009) y ‘Good bye, Lenin!’ (2003). La ciudad está plagada de lugares emblemáticos devenidos fotogramas pero de aquellas, nos quedaremos con dos de sus localizaciones más opuestas en carácter. Nos referimos, por un lado, a un espacio público y lugar de peregrinaje imprescindible para los turistas, la vanguardista Postdamer Platz y, por otro, a un espacio íntimo y fascinante, el Café Einstein (Kurfürstenstraße 58).
Adentrarse en la Postdamer Platz (que aparece en la original ‘Good bye, Lenin!’) es toda una experiencia. Un gran espacio público, redondo en forma y fondo, escondido entre el abrazo de modernos edificios. Un rincón de la ciudad que invita a quedarse, a comer en sus restaurantes, a beber en sus terrazas, a mirar al cielo y a curiosear sus rincones, entre ellos el Museo del Cine de Berlín, una visita imprescindible para cualquier amante del séptimo arte.
En ‘Malditos Bastardos”, el Café Einstein es el lugar donde el personaje de Shosanna (interpretada por la actriz francesa Mélanie Laurent, quién fuera pareja del cantante irlandés Damien Rice) se cita con Joseph Goebbels. Se trata, en la vida real, de un café envuelto en una bella casa señorial de estilo neo renacentista, cuya historia arranca supuestamente como regalo de Goebbels (el político alemán de carne y hueso) a su amante Henny Porten, entonces una famosa actriz de cine y primera de una larga lista de propietarios, rodeada de mitos y leyendas
¿Y Berlín qué le da al cine cambio? Pues año tras año, allá por el mes de febrero, se lo agradece con un Oso de Oro. Es durante el prestigioso Festival Internacional de Cine de la ciudad, conocido como Berlinale, que nació con el espíritu de ayudar en el proceso hacia la democracia. Se estrenó, por cierto, con la película ‘Rebecca’, del maestro Hitchcock. Por entonces, parte de la ciudad todavía estaba en ruinas. Hoy por hoy, el panorama es totalmente diferente.
En definitiva, cualquier edad es buena para descubrir Berlín. Sea como sea y cuándo fuere, visitarla nos condenará de por vida a repetir, a crecer con ella, a saborear nuestras propias etapas a través de las suyas. Que, ¿volamos juntos a un destino del que nunca jamás será posible cansarse?
Foto | Fdecomite
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