Bulgaria está llena de vida. Todos deberíamos ser testigos del dinamismo que se percibe en este país en algún momento de nuestra existencia. Sofía la representa como nadie: una de esas capitales que desprende interés por todos los poros de su piel. Te proponemos una escapada exprés a la capital búlgara. 24 horas pueden dar mucho de sí.
Comienza el día desayunando en una de sus múltiples cafeterías del centro. Pide una banitsa -sabroso bollo de queso- y un ayran -la competencia directa del yogur griego-. Una vez concluido este típico desayuno, dirígete a la estación de metro de Serdika y desde ahí acércate a la escultura de la diosa Sofía, símbolo de una nueva era en la ciudad.
A continuación te esperan la iglesia de San Jorge y el Palacio Presidencial. Cada hora tiene lugar el cambio de guardia, acontecimiento curioso aunque no imprescindible. Justo al lado está el Museo Arqueológico Nacional y la Casa del Partido, aires comunistas para las actuales dependencias de los parlamentarios.
Y así llega la hora del almuerzo. Arrímate al Mercado Central…: buenos precios, especiada comida casera y mezcolanza arquitectónica merecen este paseo. Al salir callejea hasta topar con la Sinagoga de Sofía: su luz y color te advertirán de su presencia. Algo más adelante te encontrarás con la impresionante Mezquita Banya Bashi, y ya en dirección al Bulevar Tsar Osvoboditel, emergen la Iglesia rusa de San Nicolás y, la guinda del pastel, la Catedral Alexander Nevski. Está claro que si de algo puede presumir Sofía es de su inmensa tolerancia religiosa.
Luego, no dejes de curiosear en el mercadillo cercano a la Catedral: gafas, gorros, matrioskas etc., te harán pasar un buen rato. Culmina tu día en el parque de Borisova Gradina y en el Bulevar Vitosha (principal arteria comercial de la ciudad). De esta manera te colarás en la vida búlgara moderna, tan enérgica como interesante…
¿Nos escapamos? 🙂
Foto | Stella
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